Cada quien con su idiosincrasia, de manera tal que, como si de gastronomía se tratase, en el mundo del motor hay que saber adónde viajar para saborear el plato típico y regional. Establezcamos un recorte y limitemos el asunto a los tiempos como un eterno conejo blanco y a sus variantes. No puedo dejar de pensar en las drag race, en su origen y su arraigo en la cultura norteamericana. ¿Exponentes? Imposible omitir el caso The Juggernaut, el Dodge Viper más veloz del planeta tras firmar el cuarto de milla en seis segundos y algo más.
Con esto no pretendo anunciar preferencia alguna por este tipo de competición. De hecho, más que por las carreras de aceleración, son por los tiempos de vuelta que aquí y ahora les firmaría mi predilección si tuviera que decidir por una u otra disciplina. No es ilógica la existencia en Japón de una casa como Liberty Walk, que aplicando todo su paquete aerodinámico es capaz de convertir cualquier deportivo o superdeportivo en un cliché de las calles de Tokio. El Audi R8 sabe de qué trata ese kit de carrocería representado por unos ensanchados pasos de ruedas, faldones y una distancia al suelo casi nula.
Sin embargo, hay un ejemplar del R8 que lleva la personalización y las dimensiones de lado a lado al siguiente nivel. Esto, como parte de su razón de ser. Se lo conoce como Fat Cat, exhibe bandera finlandesa, compite a escala internacional y presume de ser vigente campeón del World Time Attack Challenge. Su propósito explica su apariencia. La inmensidad de su alerón trasero y su spoiler delantero hace lo suyo en cuanto a carga aerodinámica y al mismo tiempo nos conduce a la siguiente pregunta: ¿Es eso un Audi R8 lo que se ve entre tanta armadura? Pues lo es, y la versión de Liberty no tiene nada que hacer en términos de anchura a su lado: arañando los tres metros, este Gato Gordo es, según lo afirma el propio equipo, el coche de carreras más ancho del mundo.
Tal parece que nuestro amigo, entonces, no sólo pretende ser un rompe récords en pista, sino que además gusta de hacerlo en las cifras técnicas. A la peculiaridad de sus 2,840 milímetros le agrega la bestialidad de su relación peso/potencia: más de un caballo por kilogramo para un total de 1,370 hp. De allí ese “1:1” en su nombre alfanumérico. Ahora bien, vamos, entusiastas finlandeses, que debo echar todo esto por tierra por el simple hecho de que se atrevieron a profanar algo tan identitario en el R8 como lo son las Side Blades. Apruebo el ploteado sobre las consagradas tomas de fibra de carbono de ese gato que parece disfrutar de un puro tras cantar un tango. Qué mejor que llevarlo allí. El problema es que, a golpe de vista, las Side Blades no se distinguen. Era menester interrumpir en las tomas laterales el concepto tricolor de su exterior y aplicar en su lugar algo bien monocromático. ¡Las Side no se tocan!
Con el superdeportivo alemán retirado del mercado, no es mala noticia que su legado se mantenga, sea en circuito o carretera. Eso sí, en este bendito universo de los R8 personalizados, no hay Fat Cat que supere al ejemplar convertido en kart por una casa de autopartes con sede en Estados Unidos. Con su mecánica al descubierto y sus puertas tubulares, vaya que ese R8 es de los más irreconocibles con que me he topado hasta la fecha. ¿Sabes a cuál me refiero? Lo dejo como materia pendiente para una siguiente entrega.
Redaccion
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