Malas noticias para nuestro querido planeta, pues las emisiones de CO2 en nuestro país han aumentado un 4,4% el pasado año, alejándonos de cumplir los compromisos con la unión europea para reducir las emisiones un 20% por debajo de las del año 1990, en el periodo 2013-2020. A día de hoy estamos un 17,8% por encima de las emisiones de referencia. Con esto en mente, el gobierno ha dejado caer que quiere eliminar los vehículos diésel, barajándose la posibilidad de aumentar la fiscalidad. ¿Es justo hacer esto? Vamos a situar unos cuantos datos en contexto para comprenderlo mejor.
Para saber cual es la distribución de emisiones por sectores, nos hemos ido al informe preliminar GEI -Gases de Efecto Invernadero- que elabora el gobierno sobre 2017 y podemos extractarlo en los siguientes puntos:
- Para el año 2017, el Avance del Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) estima un nivel global de emisiones de 338,8 millones de toneladas de CO2-eq, lo que supone un aumento de las emisiones respecto a al año anterior de +4,4%.
- El sector con más peso es el del transporte (26%) seguido de la generación de electricidad (21%), las actividades industriales (19%) y la agricultura (10%).
- La principal subida estuvo relacionada con la generación de electricidad que aumentó sus emisiones un +18,8%, debido a la mayor producción de electricidad en centrales de carbón y ciclos combinados.
De ese 26% del transporte, el 25% corresponde al transporte por carretera -que ha contribuido con un aumento del 2,5% de CO2-, siendo el resto para aviones, trenes o barcos. Por tanto, vemos que los vehículos a motor son los mayores responsables de las emisiones de CO2, seguidos por la generación eléctrica -cuyo aumento de CO2 ha sido del 18,8%- y la industria -con aumento del 4,2% de CO2-.
“Evidentemente, el diésel tiene los días contados. Durará más o menos, pero sabemos que su impacto en partículas y en lo que respiramos es suficientemente importante como para ir pensando en un proceso de salida” – Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica.
Tiene su lógica que el gobierno ponga el foco en los vehículos -todos- pues contribuyen en mayor medida al calentamiento global. ¿Por qué atacar a los diésel? Por la mala prensa que se han ganado con el tiempo, aunque parte de ella sea inmerecida. Actualmente, el control férreo de las emisiones tras los últimos escándalos, hace que estos motores estén muy controlados, igualando en casi todos los parámetros a los gasolina, con menores emisiones de CO2, gracias a su mejor rendimiento. En Euro6, la norma vigente actualmente, los límites son los siguientes:
EURO6 | VIGENCIA | CO | HC | HC+NOx | NOx | PM |
---|---|---|---|---|---|---|
Diesel | Septiembre de 2014 | 0.50 | - | 0.17 | 0.08 | 0.005 |
Gasolina | Septiembre de 2014 | 1.0 | 0.10 | - | 0.06 | 0.005 |
Por tanto, tendría sentido atacar a los diésel más antiguos tipo “calamar”, pues cualquier coche antiguo contaminará más que uno nuevo. Entonces, ¿es justo atacar a todos los diésel? No. Podría serlo en determinadas condiciones muy concretas, pero no en general. Por ejemplo, los que no posean filtro de partículas, o no cumplan con EuroX -la “X” podría ser “1”, “2”, “3” o el criterio que elijan-. Además, ¿cuánto contamina un gasolina con inyección directa?
Según el famoso estudio del TÜV, los gasolina inyección directa emiten 1.000 veces más partículas que un gasolina de inyección indirecta, y 10 veces más que un diésel Euro5. A partir de 2017, con la obligatoriedad del FAP -filtro antipartículas-, esto ya no es así. Pero parece que no sería justo que un diésel Euro6 tuviese más fiscalidad que un gasolina inyección directa pre-2017, cuando el diésel contamina menos y emite menos partículas. Por tanto, parece que el ataque al diésel genéricamente, es bastante injusto.
“Un consumidor responsable es lo mejor que podemos tener, pero para facilitar comportamientos de consumidor responsable tenemos que asegurarnos de que las señales de mercado, las señales fiscales, nos permitan discriminar de una manera intuitiva, natural, sin tener que hacer análisis profundísimos sobre qué es lo que significa cada una de nuestras opciones de compra” – Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica.
La salud de los ciudadanos es el argumento esgrimido para ir planteando la idea de subir la fiscalidad a los diésel. En ese caso, no solo deberíamos fijarnos en el 25% de emisiones de CO2 del que es reponsable el transporte por carretera, sino en ese otro 40% de la generación eléctrica e industria. Si no, que le pregunten a cualquier ciudadano que viva cerca de una central térmica, cementera o similar. ¿Cuantas partículas emite una central térmica de carbón? ¿Y una de ciclo combinado de gas?
Según el periódico El Mundo, en 2017 se “disparó un 28,5% el consumo interanual de carbón -más que en ningún otro país del mundo- y disparó en consecuencia las emisiones contaminantes de CO2 un 4,4%, su mayor incremento en 15 años.”. Vamos, que nuestro incremento en consumo de carbón estuvo por encima de Pakistán y Uzbekistán.
Para bajar la contaminación ambiental, parece de sentido común atacar varios frentes, no solamente uno. Al igual que se habla de un “consumidor responsable” se debería hablar de un “gobierno responsable” y eliminar el carbón del mix energético, reducir las plantas de ciclo combinado de gas, y potenciar las energías renovables como alternativa. El 17,4% de toda la energía generada en 2017 provenía del carbón, lo que da mucho que pensar. Por ejemplo, cuando la mayoría del parque sea eléctrico, recargar el vehículo puede no ser todo lo limpio y ecológico que parece, si el gobierno no elimina de la generación de energía a los combustibles contaminantes.
Igual debería regularse la industria, para que sus emisiones estuviesen controladas. ¿No sería bueno una norma EuroX, similar a los vehículos, para las empresas más contaminantes? ¿No sería bueno gravar con un impuesto a las empresas generadoras de energía, en función de lo que contaminen? Ni todos los diésel son los más contaminantes, ni todos los gasolina son los menos contaminantes.
Pablo Mayo
Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.COMENTARIOS