Difícilmente un ejemplar de la cuarta generación pueda ser considerado tan único como aquel modelo 1998 que puso el broche definitivo a la era de los Porsche 911 refrigerados por aire. Al menos para mí, el denominado “Last Waltz” tiene de sobra para postularse como lo mejor de la saga 993. Por ser el último salido de fábrica, pero no menos por su alto grado de personalización. Dicho esto, este otro modelo 1998 también gozó de su paso por la hoy denominada Exclusive Manufaktur y, como aquel último vals azul, no existe en el mundo un ejemplar igual.
Desde luego, ¿qué Porsche se compararía con uno de los intervenidos a medida en el departamento encargado de los pedidos especiales? Pero es que hay casos y casos, y la configuración con la que este Cabriolet acabó en manos de su cliente no merece indiferencia. Un 911 Turbo, dirían si es que no lo conocen, y en principio tendrían toda la razón. Les estrecharía la mano y los felicitaría: “usted sí que sabe de Porsche”. El resto se resumiría en un intenso e incómodo silencio, y sólo las miradas –tal vez una leve sonrisa delatora– revelarían que no, que en realidad ese Porsche tiene toda la apariencia de un Turbo, aunque técnicamente no lo es.
Acto seguido, si fuera Raymond Shaffer, referente y embajador de Broad Arrow Group en lo que a los conocimientos de la marca alemana se refiere, les hubiera dicho su subasta en el marco del Chattanooga Motorcar Festival 2024 que, en efecto, este 993 es “una de las creaciones más raras y deseables que jamás haya surgido de Porsche Exclusive”. ¿El gran motivo? Su esencia radica en que detrás de los asientos se esconde el motor bóxer de seis cilindros 3.6 de aspiración natural, a pesar de que el por aquel entonces departamento de Deseos Especiales terminó cediendo al pedido expreso del propietario original: aplicar en su carrocería el “Turbo Look”, el diseño de guardabarros ensanchados propio del Porsche Turbo coupé más potente de aquellos años.
No es, sin embargo, el único atractivo que presume este 911 Carrera S “Factory One-Off” Cabriolet del ‘98. No puedo omitir el dato que confirma su no tan lejano período de mantenimiento, lo que derivó en la certificación Classic de Porsche. Motor, capota y suspensión fueron sometidos a revisión en las instalaciones de restauración de la firma. Esto ocurrió en 2022, cuando el coche se encontraba en más de su segundo y último dueño, quien vaya que le ha sabido dar el trato justo. Además de la prestigiosa certificación, su manejo celoso acabó con menos de 450 kilómetros extras y, actualmente, su odómetro indica un total de 16.436 kilómetros.
Acabado en Guards Red por pedido de su comprador inicial, por dentro luce una alfombra en Flamenco Red cortesía del departamento de personalización y unos asientos tapizados en cuero negro Nappa. Para finalizar, una especificación no menos importante: notarán en las imágenes que la intervención hacia su apariencia Turbo no fue completa, pues, desde la Exclusive Manufaktur, este Porsche salió a la calle no con el alerón en forma de ballena propio del 911 Turbo, sino con el retráctil activo de doble parrilla correspondiente al Carrera S. Sana decisión, ¿no creen?
Redaccion
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