Esto no viene de otro lugar que no sea el sudeste asiático o el Oriente Medio. Eso fue lo que me dije al enterarme del motivo de su fabricación. En primer lugar, porque hablamos de un Rolls-Royce, símbolo de la ostentación para las familias millonarias de ambas regiones. En segundo lugar, lo delata su condición de one-off. Están los pedidos para clientes especiales, esos que las marcas lanzan en cantidades limitadísimas y cada una con su personalización, y está ese otro trabajo a medida, el que debe cumplir el capricho del coleccionista.
Los pasos que ha implicado el proceso de producción de esta versión del SUV británico y, sobre todo, que el propio fabricante haya accedido a este trabajo, da para pensar que a Rolls-Royce la ha contratado un cliente de privilegio. Las características que solo esta unidad del Cullinan se cuelga como medalla, el tratamiento que se aplicó en el área que más lo identifica al modelo y que todo lo realizado no haya sido más que la voluntad de un niño de cuatro años, tres indicios que hacen de este Rolls-Royce Cullinan Cosmos un capricho puro y duro.
Al cielo estrellado del Cullinan le hacía falta una galaxia y llegó esta intervención artesanal para llenar el vacío, o el espacio exterior, claro está. La iluminación LED repartida en múltiples puntos brillantes, el concepto de revestimiento superior al que Royce denomina Starlight, ya estaba de serie. Ahora, una artista le ha agregado su interpretación de la Vía Láctea. Es la primera vez que el techo estrellado de un modelo de la automotriz británica se interviene de esta manera.

Todo a mano alzada y durante más de 160 horas para obtener como resultado este pintado a mano. “Una representación muy etérea”, definió su creadora, quien confesó que parte de su inspiración nació de esas noches alejadas de la contaminación lumínica y los edificios, noches en las que, si las estrellas se alistan, pues mejor cortar la red eléctrica de tu casa de campo o verano: “Su nombre se debe a la nebulosa de estrellas y nubes de gas que se puede ver en una noche muy oscura”.
Si de un ejemplar único en el mundo se trata, pues a dejar la huella de su paso por este mundo. La madre de esta criatura acrílica destacó haber tenido “toda la libertad necesaria para darle un toque artístico y convertirlo en una pieza única” y reconoció que el verdadero desafío lo encontró en las partes más irregulares del techo.
Confiamos en que al pequeño hijo del cliente de este Rolls-Royce Cullinan, ambos apasionados por el universo, le ha agradado la paleta de colores seleccionada. El Cullinan Cosmos, vaya a saber uno por qué carretera de Dubái estará avanzando a estas horas, es lo que la artista a cargo le ha realizado y más, porque unas molduras enchapadas en “Piano White” evocan a las superficies pulidas propias de los satélites en órbita y porque el Espíritu del Éxtasis, el emblema que viaja al borde del capó, brilla en la oscuridad como una estrella lejana. Si este Cullinan estallara, la luz de su supernova nos llegaría, tal vez, luego de millones de años.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS