Jeep es una marca con una personalidad especialmente marcada, incluso integrado en Stellantis, un enorme grupo industrial dirigido por gente de PSA, muy acostumbrados a compartir toda clase de elementos entre marcas para ahorrar costes, Jeep mantiene su esencia original. Es cierto que hay muchas cosas compartidas y que no todo “huele” a Jeep, pero el resultado final, el conjunto, no deja dudas al respecto.
La compañía yankee ha logrado crear una cultura a su alrededor, casi una forma de vida que afecta especialmente a sus coches más carismáticos, como los Jeep Grand Cherokee o los Jeep Wrangler, que siempre se han intentado explotar en toda la gama, con el lanzamiento de coches como el Jeep Commander. El Commander era, por así decirlo, un Grand Cherokee con siete plazas y un diseño auténticamente Jeep, cuando la firma americana dejaba clara su procedencia yankee.
El Jeep Commander era el primer siete plazas de la marca y para su desarrollo, se partió de la plataforma del Grand Cherokee y se pretendía ofrecer un coche más lujoso y por supuesto, algo más grande que el Grand Cherokee. Sin embargo, el Jeep Commander pasó por el mercado sin pena ni gloria, fue fiasco bastante importante y en Europa no hemos vuelto a ver algo parecido, aunque el Commander sobrevive al otro lado del charco –también llegó a China– con la característica de sus siete plazas pero con aspiraciones algo menos lujosas.
Aparecido en el año 2006, poco antes de una crisis especialmente dura y en pleno esplendor europeo, el Jeep Commander se presentaba como un artefacto enorme, que destacaba por su diseño puramente Jeep y porque bajo el capó se podía escoger un enorme V8 HEMI de 5,7 litros, totalmente atmosférico, por supuesto. Como decíamos antes, esencia puramente yankee y ningún coche norteamericano que se precie puede subsistir sin un gran motor V8 de aspiración natural.
Para la ocasión, el V8 –de origen Chrysler– tenía 5.654 centímetros cúbicos, cuyos pistones tenían una carrera notable –99,5 por 90,9 milímetros para diámetro por carrera, respectivamente– y rendía 326 CV a 5.000 revoluciones y 500 Nm de par a 4.000 revoluciones. Se combinaba con una tracción total y un cambio automático de cinco relaciones y el consumo medio estaba cifrado, según la propia marca, en 15,5 litros. Es evidente que se vendieron muy pocos en España, y no solo porque resultara un coche caro de mantener, es que por entonces se vivía la fiebre de los diésel y los pocos Jeep Commander que se vendieron estaban equipados con el diésel de origen Mercedes.
No obstante, está claro que los Commander que se vendieron en España son, ahora, toda una rareza y llamarán la atención de muchos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS