El Citroën Xsara 1.8 Automático fue la versión menos popular y una de las más desconocidas del modelo francés. Hay quien ni siquiera sabe que el Xsara tuvo una variante con cambio automático y es que, en aquellos años, España era uno de los países donde menos aceptación tenía este tipo de transmisión. Siempre fuimos de cambio manual, aunque la evolución y la llegada de nuevas tecnologías han cambiado el panorama.
La caja de cambios automática fue, durante muchos años, un elemento casi exclusivo de los coches de alta gama y muy lujosos; eso de cambiar de marcha manualmente es de plebeyos y la comodidad que ofrecía el cambio automático era, básicamente, el argumento sobre el que se apoyaba su presencia. En el resto de automóviles, la transmisión mecánica, la caja de cambios manual “de toda la vida” era la norma, ni siquiera se preguntaba sobre ello al comprar un coche, se daba por sentado que sería manual.
En Europa, y en España en particular, el cambio automático nunca tuvo mucha aceptación más allá de su presencia en los ya mencionados coches de alta gama, aunque eso no impidió nunca que se ofrecieran en modelos más populares, como el Citroën Xsara. El compacto francés, sustituto del Citroën ZX, fue un éxito de ventas y, en muchas ocasiones, también fue un éxito de críticas. El Xsara fue uno de los más vendidos de su categoría, la mayoría con los motores turbodiésel y pocos, muy, muy pocos, con el cambio automático.
No había cambios en cuanto a chasis o configuración, lo único que lo diferenciaba de otras versiones era el cambio automático y por tanto, estaba entre los mejores por comportamiento y respuesta del chasis

De entrada, el Citroën Xsara automático se ofrecía solamente con el propulsor gasolina de 1,8 litros, lo que restaba todavía más interés en pleno auge de los motores diésel. Y para seguir, el cambio solo tenía cuatro relaciones, lo que afectaba a las prestaciones y sí, también al consumo. Además, el motor se conformaba con solo 103 CV a 6.000 revoluciones y con un par de 153 Nm a 3.000 revoluciones, es decir, tampoco era un derroche de poderío aunque, al menos, era un coche ligero: 1.099 kilos.
Las transmisiones automáticas de finales de los 90 estaban lejos de las que tenemos actualmente, solo todo en lo que a rapidez y agrado de uso respecta. Por ejemplo, el desarrollo de las marchas en el caso del Citroën Xsara automático, era largo y abierto. La tercera tenía 27,4 km/h a 1.000 revoluciones y la cuarta, 37,1 km/h a 1.000 revoluciones. Un detalle que le condenaba a una aceleración hasta los 100 km/h desde parado en 15,4 segundos, así como a no llegar a los 180 km/h –177 km/h según datos oficiales–. Según la prensa de la época, el consumo medio era de nueve litros cada 100 kilómetros, un disparate si lo comparamos con los poco más de seis litros que declaraban para los motores turbodiésel.
Por otro lado, el cambio automático no ofrecía los típicos programas de funcionamiento –deportivo, económico o invierno–, aunque era suave en los cambios de relación y como todo cambio automático, permitía unas recuperaciones fulgurantes. Básicamente, todos los cambios automáticos, o casi, bajan al menos una marcha cuando la gestión electrónica detecta una demanda de potencia.
El Precio del Citroën Xsara 1.8 Automático, con acabado Exclusive, era de 2.641.000 pesetas, aunque las ofertas que ponía la marca en activo llegaron a bajar esa tarifa hasta los 2.391.000 pesetas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS