Nos llega otra desagradable noticia desde el opaco mundo del género “homo”, es decir, el mundo de las homologaciones, regulaciones e ingenieros que se pasan de listos para colarnos gatos por liebres. Los sensores de presión de inflado de los neumáticos -o Type Pressure Monitor System en inglés- son ya obligatorios en turismos en la Unión Europea y tienen como finalidad avisar al conductor de una pérdida de presión súbita o progresiva en una o más ruedas.
Existen dos tipos. El más fiable es el TPMS directo, que mide la presión en cada neumático e informa a la centralita, de forma que se tiene controlada cada rueda y se puede dar un aviso en tiempo y forma para que el conductor revise sus ruedas. Puede ser por un descuido al inflar (dejarlo para el mes que viene) o por haber sufrido un pinchazo. Un inflado deficiente perjudica mucho la dinámica, las distancias de frenado y, en general, la seguridad activa.
El segundo tipo es el que ha de preocuparnos. El TPMS indirecto no tiene sensores físicos en los propios neumáticos, es un sistema por software. Si se detecta una velocidad de rotación anómala en una o varias ruedas, o si se detectan vibraciones, el TPMS indirecto puede darse cuenta de una bajada de presión. Eso dice la teoría, pero unas pruebas encargardas al IDIADA por Transport & Environment nos dicen que no.
Existen unas pruebas reguladas que deben superar los modelos para homologación, que los sistemas analizados cumplen (de otra forma sería un problema). Cuando los ingenieros sacan los coches de esos supuestos normalizados, los TPMS indirectos son menos fiables que Judas. En una batería de pruebas realizadas a un Volkswagen Golf y un Fiat 500L, el alemán solo ha aprobado dos, el italiano ha fallado en todas.
Se desinfló un neumático a 1,4 bares, y en otras pruebas se desinflaron todos. Es una presión muy baja y peligrosa para conducir
Resulta que la eficacia de los TPMS disminuye muchísimo cuando los neumáticos empiezan a acumular kilómetros. En T&E lo achacan a que los fabricantes reducen la sensibilidad del TPMS para que no empiece a dar falsas alarmas que vuelvan locos a los conductores. Es preferible, por tanto, que si llevan una rueda deshinchada directamente se maten o sufran un accidente, sin ningún testigo que les incomode, y luego incomode al servicio postventa cuando vaya el cliente.
T&E concluye que hacen falta más pruebas para que exista más evidencia científica de este problema, pero tiene mucho sentido. Un TPMS directo siempre va a ser más preciso que una programación del ABS, y como cuesta solo 10 euros más, es prohibitivo para los coches que no son de gama alta. Demencial. Si empiezas a notar un hinchazón en tu tensión arterial, es comprensible.
El problema de los TPMS es que pueden dar la sensación a muchos conductores de que no tienen que revisar la presión de sus neumáticos, porque cuando vayan bajas de aire ya avisará el sistema. Claro, cuando avisa, y eso ya es un poco tarde. Según homologación el TPMS debe hacer esto:
- Debe avisar en menos de 10 minutos si una rueda ha perdido un 20% de presión o si alcanza 1,5 bares
- En menos de una hora debe avisar de una pérdida de presión del 20% en cualquier neumático, o en todos
- Si el sistema no es capaz de determinar la presión de las ruedas -o imaginársela- debe encenderse el testigo en menos de 10 minutos
En otras palabras, cuando salta el testigo del TPMS, es que el dueño del coche merece un golpe de remo porque pasa olímpicamente de sus neumáticos, y durante más de 2-3 meses. Los pinchazos y los reventones son fortuitos, de acuerdo, pero la dejadez y el pasotismo son inherentes al factor humano. Los que trabajamos en seguridad vial no entendemos cómo no suceden más desgracias de las que hay.
Mientras se investiga si estamos ante un nuevo escándalo a nivel industrial, o solo hay unos proveedores que hacen malos sensores, un consejo gratuito: con o sin TMPS, la presión de los neumáticos ha de mirarse en menos de dos meses desde la última vez, se use el coche mucho o se use poco. Para una de las pocas cosas gratis que hay en el mundo, como es el aire, no escatimemos en él porque está en juego la seguridad propia y la ajena. Y si se trata de un hinchador que cobra un euro, valoremos si nuestra seguridad vale más de ese dinero.
Esta obra, cuyo autor soy yo mismo, se publicó el 7 de noviembre de 2016 bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.COMENTARIOS