El Volvo XC40 B4 es ese coche que encajaría perfectamente en la plaza de garaje del vecino que siempre va bien vestido, que no hace ruido, pero que sabes que tiene buen gusto. No presume, pero lo que lleva, lo lleva bien. Eso es justo lo que transmite este SUV compacto: la discreción elegante, la calidad por los cuatro costados y una conducción suave como la seda. No es el más barato ni el más rápido, pero sí uno de los más equilibrados, sobre todo si buscas comodidad, buena presencia y etiqueta ECO para esquivar restricciones sin renunciar al motor de gasolina.
Este SUV tiene un motor gasolina de dos litros que viene acompañado de un sistema híbrido ligero (que básicamente sirve para consumir menos al arrancar). Gracias a eso, consigue llevar la pegatina ECO en el parabrisas, así que puedes entrar en las ZBE de muchas ciudades sin problema, y además consume menos que un gasolina normal. Puede que no sea un híbrido puro, pero sí es una solución muy interesante para quienes se resisten con uñas y dientes a los coches a pilas.
Por fuera es sobrio, cuadrado y reconocible, es decir: es un Volvo, y eso se nota desde lejos. Nada de luces extravagantes ni líneas de ciencia ficción, y por dentro, más de lo mismo: limpieza visual, materiales de buena calidad, y un diseño sencillo pero bien pensado. No vas a encontrar desfiles de tecnología absurda, pero todo está donde tiene que estar y funciona bien. La pantalla central está colocada en vertical, como una tablet, y desde ahí se maneja casi todo. Puede que a algunos les parezca pequeña comparada con otras marcas, pero cumple de sobra y no distrae, que es lo importante.
Donde de verdad brilla este coche es en la sensación que da al conducirlo. Silencioso, suave y cómodo. Es como si flotaras. Cuando lo arrancas, apenas se oye. Al rodar despacito puede moverse solo con el motor eléctrico del sistema híbrido, y cuando entra en acción el motor principal apenas lo notas. Es de esos coches que no te piden nada: no tienes que ir rápido, ni jugar con marchas, ni andar eligiendo modos de conducción. Te sientas, lo pones en marcha y te lleva, sin que tengas que pensar demasiado. Ideal para quien busca paz al volante, no emociones fuertes.

No corre mucho, ni falta que hace
No es un coche pensado para correr, y no es una crítica porque es parte de su encanto. Tiene 197 caballos, que no son poca cosa, pero son más percherones que Mustangs. Acelera de 0 a 100 en algo menos de 9 segundos, y su velocidad máxima está limitada a 180 km/h, que sobran para circular. Además, su cambio automático de siete marchas es tan suave que casi parece que estás en un coche eléctrico. No hay tirones, ni ruidos, ni problemas. Es como un sofá con ruedas.
La suspensión también ayuda a generar esa sensación de tranquilidad. Filtra los baches y badenes con mucha elegancia, sin que parezca un barco. Se nota que Volvo ha buscado el equilibrio perfecto entre comodidad y seguridad, que por cierto, es una de las cosas que siempre ha caracterizado a la marca sueca. Frenos, asistentes, sensores… lleva todo lo necesario para ayudarte a conducir con calma y sin sustos.
En cuanto a espacio, es bastante generoso. Tiene cinco plazas cómodas y un maletero de 452 litros, que, aunque no es el más grande de su clase, cumple de sobra para el día a día, escapadas de fin de semana o incluso vacaciones. Las plazas traseras son amplias en altura, aunque si llevas a alguien muy alto quizás las piernas vayan algo justas. Pero en general, se nota que es un coche pensado para ser útil, práctico y agradable de usar, no para lucirse en un circuito.
El consumo también está bien contenido. No es un mechero, pero tampoco un tragón. Puedes moverte por ciudad y carretera con unos 6,5-7 litros a los 100 km, y si conduces con suavidad (que este coche te invita a ello), puedes incluso bajar de ahí. Eso sí, si esperas consumos de diésel o de híbrido completo, te vas a llevar un chasco. Este coche no está hecho para batir récords de eficiencia, sino para ofrecer un punto medio muy interesante entre prestaciones, confort y etiqueta ECO.

Un coche para los que no quieren complicarse
El Volvo XC40 B4 es de esos coches que uno se compraría con la cabeza. No porque sea barato (que no lo es), ni porque sea el más rápido, sino porque te lo pone todo fácil. Va bien, es cómodo, transmite calidad y te facilita la vida. No hay botones de más, ni modos de conducción como para volverse loco (aunque hay quien se queja de la gestión de los menús), ni lucecitas innecesarias. Es el coche perfecto para quien quiere algo premium, sin tener que caer en los tópicos alemanes de siempre.
Su estilo nórdico, minimalista y elegante puede que no enamore a primera vista, pero cuanto más lo usas, más lo aprecias. No es un coche para llamar la atención, sino para disfrutarlo desde dentro. Tranquilo, eficaz y bien hecho. Todo adornado con la etiqueta ECO, que cada vez es más importante si vives en ciudad o si quieres evitar restricciones.
¿Es barato? No. ¿Corre mucho? Tampoco. ¿Te va a enamorar con sus cifras? Pues seguramente no. Pero si valoras el confort, el diseño discreto pero elegante y la calidad de fabricación, el XC40 B4 es una opción a tener muy en cuenta. Porque a veces lo mejor no es lo que más brilla, sino lo que mejor encaja con tu vida. Este Volvo, sin duda, encaja muy bien. ¿Qué otro coche ofrece este nivel de ingeniería elegante?
Jose Manuel Miana
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