Voy por la M40 a los 100 miserables kilómetros por hora que indican las señales. Es una autopista muy vigilada y un descuido conlleva una multa, que a final de mes, siempre lo fastidia todo. El problema, por definirlo de alguna forma, es que se trata de una carretera con visibilidad, con un asfalto que no es malo y que, además, tiene espacio para poder ir a 120 km/h y si conduces un coche como el Mercedes-AMG SL43, es muy sencillo que la suma de los factores se traduzca en más de 150 euros y, quizá, algún que otro punto del carnet de conducir. Acabo de recoger el coche, no he recorrido con él ni 20 kilómetros y ya me atrevo a pensar que este coche es mucho más deportivo de lo que parece a simple vista.
Las primeras impresiones son vitales, o eso dicen. Al parecer, se tardan apenas unos segundos en hacerse una valoración, “a ojo de buen cubero”, de alguien o de algo, sin conocerlo más allá de un vistazo. Sin embargo, con el Mercedes-AMG SL43 esa primera impresión puede llevar al equívoco, no es como parece a simple vista ni como te puedes llegar a imaginar. Yo siempre tuve al Mercedes SL lejos del segmento de los deportivos, lo he visto más cerca del segmento GT, un coche de altas prestaciones pero sin radicalidades; cómodo, elegante, y sí, veloz, pero no vibrante como puede ser un verdadero deportivo. Pero después de haberlo tenido durante varios días, la imagen que tengo del coche es bastante diferente.
Para llegar a esas conclusiones hicieron falta varios días, obviamente, el camino a casa no es suficiente para llegar a tener las cosas tan claras, ni mucho menos. El camino de vuelta a casa suele servir para tomarle un poco el tacto y poco más. Ni siquiera sirve para unas primeras impresiones pues, por lo general, es todo autopista y el hecho de haber tenido otro coche anteriormente –del que, por lo general, me he bajado un par de horas antes, como mucho– deforman las primeras sensaciones que se tienen. De hecho, me pasó con el SL43. La semana antes había tenido en el garaje un SEAT Ateca FR Special Edition y el contraste fue, como cabe esperar, brutal: el asiento estaba a ras de suelo y casi tengo que hacer contorsionismo para entrar, el acelerador era un sinsentido de lo duro que estaba, no veía un carajo hacia fuera, la suspensión era dura de narices, circular a muy baja velocidad –para sacarlo de la Mercedes, por ejemplo– era horrible porque no había manera de regular el acelerador suavemente… ¿Pero qué está pasando aquí?
A lo que iba. Autopista M40, 100 km/h, en un coche con la capacidad para que te retiren en carnet en cosa de 10 segundos. La situación era de un aburrido supino; es un camino que suelo hacer con asiduidad y por lo general, es aburrido, es un tramo que ni el abundante tráfico logra que tengas algo con lo que entretenerte. Así que imaginad lo que puedes sentir con un coche como el Mercedes-AMG SL43… es horriblemente tedioso y en ocasiones demasiado molesto, sobre todo la incorporación de la M40 a la A6, donde siempre se aglutina mucho tráfico y la gente parece poner el modo “quita inútil, que ahí voy” y tienes que pelear por coger el carril que te interesa con todos. Ni que fuéramos a ganar un mundial, por favor.
El diseño del Mercedes-AMG SL43 entra por los ojos y es muy, muy llamativo con el color “azul híper”, aunque la tapicería blanca no termina de convencernos
Vueltas y vueltas con su motor de cuatro cilindros… ¿Tan malo es tener cuatro cilindros y un turbo?
Con el coche en el garaje varios días parado –otras obligaciones mandan–, me llama el director, el señor Pablo, y me dice que quiere llevarse el Merche. ¡Hay que ver!, como le gustan estos coches a este señor, pero sí, mejor que se lo lleve, que tengo otra cesión y así le presto algo de atención. El día que se lo lleva no dudo en decírselo: “señor Pablo, déjeme gasolina, que esta cosa traga. Cuando lo saqué de la Mercedes marcaba 400 kilómetros de autonomía y tenía el depósito lleno. Y no, no vine rápido… “. El coche estuvo fuera de casa dos o tres días, los cuales, aproveché para echar un vistazo a las pruebas que ha publicado el resto de medios sobre el coche. Unos dícen que “es suficientemente rápido”, otros que “tiene confort de Clase S”, y hay quien, incluso, afirma que “los cuatro cilindros desmerecen en un modelo así”.
No me puedo creer que las opiniones sean tan insulsas, así que reviso la ficha técnica y, por muy cuatro cilindros turbo que sea, este coche tiene que correr. Son 381 CV a 6.750 revoluciones, 400 Nm de par entre 3.250 y 5.000 revoluciones y, entre otras cosas, puede hacer el 0 a 100 km/h en 4,7 segundos y los 400 metros con salida parada en 13,3 segundos. Tenemos el handicap de sus 1.810 kilos, inevitable por otra parte, pero aun así, la relación peso-potencia es de 4,75 kg/CV. Señores, es un coche bastante serio, y no importa que tenga un motor de cuatro cilindros, no entiendo tanta obsesión; si el motor responde, ¿qué más dará? Además, se tienen menos kilos sobre el eje delantero, es una ganancia en tacto y respuesta, ¿no?
Pues ahí está el director, que cuando me avisa para traerme el coche me espeta: “preferiría el V8, pero no está mal… la caja es algo brusca al reducir –modo confort–, pero la estabilidad es brutal. El eje trasero direccional hace magia. Me asusta no encontrarle el límite”. ¿Preferiría el V8, pero no está mal? Es cierto que un V8 ofrece un tacto de conducción que no está al alcance de un cuatro cilindros ni en los videojuegos, eso sin contar con el bramar de un ocho cilindros o la respuesta al acelerador casi a cualquier régimen, pero eso no quita que, a pesar de tener la mitad de cilindros, sea un buen motor. Y ya no por datos, sino por tacto y conducción; todo lo que indica la ficha técnica no impide que sea un motor desagradable de usar, que falte tacto o cualquier otra cosa que nos pueda ocurrir.
Así pues, después de que el SL43 regresara al garaje, me di una vuelta por mis carreteras habituales, pero sin apretar, para conocer el coche y tener una buena toma de contacto general. A modo de resumen, después de esa toma de contacto más profunda y por carreteras que conozco, puedo adelantar algunas cosas: quien diga que es tan cómodo como un Mercedes Clase S, no ha montado en un Clase S nunca. Sí, es cierto que es llamativamente cómodo, pero ni de lejos como un Clase S. No es “suficientemente rápido”, es que no hay carretera donde exprimirlo a fondo con algo de margen, es un coche muy rápido y me da la impresión de que este motor es más que suficiente para ser divertido en carretera abierta. Y para acabar; Pablo, no noté ningún tirón al reducir en modo confort.
El SL43 es el más ligero de toda la gama, y eso que pesa 1.810 kilos
Este Mercedes tiene personalidad múltiple
Todo esto son primeras impresiones “de verdad”, después de haber recorrido cerca de 60 kilómetros por diferentes tipos de carretera –es la suerte de vivir en la sierra de Madrid, hay carreteras de todo tipo a poco más de 10 minutos de casa–, todavía quedaba profundizar, aunque eso no ocurriría hasta casi dos días después. El SL43 no es un coche para usar habitualmente, aunque por poder, puedes. Entrar y salir del coche, con la capota puesta, es un incordio porque el asiento está muy bajo, es demasiado llamativo y todo el mundo te mira. Si lo dejas aparcado, por ejemplo, en el estacionamiento de un supermercado, cuando vuelves te encuentras a gente alrededor –alguno vi sacando fotos– y tanto por tamaño, como por visibilidad o suspensiones, no es el coche más cómodo para circular por el centro urbano. Y el tamaño, aunque pueda parecer algo secundario, es determinante en un coche como este, porque el Mercedes-AMG SL43 mide de largo casi cinco metros y con lo bajito que se conduce, se hace complicado maniobrar porque no ves bien todo lo que tienes alrededor.
De todas formas, este coche presenta múltiples personalidades según las circunstancias y según los ánimos de quien está al volante. Puedes circular por el centro urbano con mucho más que simple dignidad, ya que, incluso la suspensión con su dureza, todo ofrece un funcionamiento suave y fácil de gestionar. Las marchas se suceden sin que se note más allá del sonido del motor, los pedales tienen un tacto magnífico y se pueden regular al milímetro, la dirección es cómoda y gracias al eje trasero direccional, los giros son un mero trámite incluso en las calles más estrechas, el motor tiene un sonido contenido que no molesta y el consumo, dentro del tipo de coche y las prestaciones, no es disparatado.
Pero una vez que sales a carretera, la cosa cambia. El coche se vuelve más incisivo, la suspensión parece perder su dureza y el coche fluye por el asfalto, el motor empuja con suavidad a cualquier régimen, las marchas se suman de tal modo que parece no tener caja de cambios y tienes un rodar, en general, sobresaliente. No alcanza, como he comentado antes, el confort de un Mercedes Clase S, pero podría recorrerte la península sin acabar machacado, puedes encadenar curvas con suavidad y máximo control, pero a un ritmo bastante más alto del que realmente parece que llevas y la velocidad de paso por curva es notable. Y todo ello sin buscar realmente un comportamiento deportivo, simplemente rodando por carreteras de todo tipo con el simple objetivo de conducir por el placer de conducir. Además, puedes regular la anchura de los pétalos del asiento y hacerlos más estrechos, lo que permite una sujeción altísima y parece que vas encajado en el asiento, un detalle que me gusta mucho –me encanta la sensación de ir sujeto al máximo en el asiento–.
Otro detalle importante es el aislamiento de la capota. Con ella puesta, apenas se escucha nada del exterior, es casi como un coupé y, al menos por mi parte, se agradece no sentir la paliza del aire sobre el coche en determinadas ocasiones. No siempre apetece tener sensaciones por todos los lados, a veces, rodar con buena música por una carretera de trazado abierto y rápido, pero sin necesidad de ir a fondo, es un auténtico placer y el ruido de la capota molesta.
El turbo eléctrico permite que la respuesta del motor sea fulgurante, sin vacíos típicos de los motores turbo, solo potencia y empuje siempre que se solicite
No obstante, todavía queda otra personalidad oculta, una que, desde mi punto de vista, es mucho más deportiva de lo que esperaba, mucho más agresiva y directa, que casi parece inapropiada para un roadster como el Mercedes SL, tan señorial y lujoso como es. Y os puedo asegurar que puedes ir a un ritmo de locos, con sensaciones en tropel y una conexión con el coche que no esperaba tener. Es un coche con varias personalidades ocultas…
Sígueme… si puedes, claro
El fin de semana, sin más dilación, tocó buscar carreteras más complicadas y más “de rallye”, esa personalidad deportiva oculta había que explotarla. Por suerte, conocemos algunas carreteras muy ratoneras y con muy poco tráfico donde dar rienda suelta a toda la caballería del cuatro cilindros turbo, o al menos, intentarlo, porque, repito, 381 CV son muchos caballos y quien diga lo contrario, no está bien de la cabeza. Además, también quería comprobar si eso que decía Pablo, el no encontrarle los límites, era cierto o estaba tan entusiasmado con el coche que se dejó llevar –nuestro director es muy pasional–. Y debo decir que, en parte, tiene toda la razón, el límite está tan lejos, que llegar hasta él en carretera abierta es tener muy poca coherencia o de ser un imbécil con poco aprecio por los demás.
Sin embargo, hay formas de llegar al límite sin tener que alcanzar velocidades absurdas: carreteras de segunda y tercera marcha, las que más me gustan. Fue ahí donde el coche demostró que, de verdad, es un deportivo de tomo y lomo. Hubo un tramo que no pude evitar recorrer en varias ocasiones, porque el coche te lo daba todo, realmente emocionante. Después de acelerar en una recta que tendrá unos 200 metros, viene una curva a izquierdas con tierrecilla en el exterior que se toma en segunda y a fondo, puedes hacerlo en tercera, pero es más emocionante en segunda por el empuje del motor. Luego se encadena con una derecha cuesta arriba y una izquierda cuesta abajo y con peralte ligeramente hacia fuera de la curva, para bajar con una izquierda leve que, aunque a simple vista piensas “esta la tomo a fondo”, faltan bemoles para hacerlo. Todo este tramo, que tendrá cosa de un kilómetro, te lo fundes en apenas un par de minutos del ritmo de loco al que puedes rodar.
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Frenas fuertes, giras el volante y aceleras, y el coche pasa por la curva a una velocidad que te desmonta todas las referencias que tenías. Puedes frenar muy fuerte en apoyo que el coche no se mueve, y puedes acelerar mucho sin perder el eje trasero. La secuencia es casi histérica: frenar, bajas marcha, apuntas con el volante, aceleras, subes a tercera, vuelves a frenar con un poco de cuidado, que vas cuesta arriba y en apoyo, aceleras para coronar el remonte de la carretera y no perder el coche arriba, le dejas ir un poco libre, apuntas y vuelves acelerar, todo sin tiempo para mirar instrumentación o espejos. No hay tiempo para pensar, todo es instinto, gracias en parte a que el coche informa más de lo que podrías esperar.
Vuelta al inicio, y otra vez, sin parar, a recorrer el tramo. Cada pasada era más rápida, más emocionante, más “de carreras”, y el coche lo aceptaba de buen grado, con un comportamiento, un agarre y una velocidad de paso por curva de verdadero deportivo. Divertidísimo y adictivo. No importa si el asfalto está roto o tiene parches, como era el coche, la suspensión trabaja de forma sensacional. Confieso que el Mercedes-AMG SL43 me ha sorprendido bastante, y para bien. Lo malo es que no tengo 151.625 euros para comprarme uno…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".¿En serio hay que explicar por qué no es suficiente un 2.0 con cuatro cilindros en todo un Mercedes SL?
Alberto, por supuesto que hace falta una explicación que vaya más allá de lo personal –los gustos de cada uno, son eso, gustos–. Son 381 CV y 480 Nm de par y anda como un demonio ya sea en curva o en recta.