La Škoda actual poco se parece a la Škoda de los años 50, pero claro, es que han pasado infinidad de cosas desde entonces. La más importante fue pasar a manos de Volkswagen en 1991, algo que permitió un crecimiento casi imparable para la compañía checa. De hecho, un año después del comenzar a formar parte del Grupo Volkswagen, se comenzó con el desarrollo del primer modelo con tecnología de la compañía alemana, un modelo que se presentó el 4 de abril de 1996 y que adoptó el nombre de Škoda Octavia.
Octavia, denominación empleada en la firma desde 1959 y que hacía referencia al número ocho, al ser el octavo modelo de la compañía después de la segunda guerra mundial y a ser el octavo con suspensión trasera independiente –de hecho, Volkswagen lo presentó el “día del ocho”, según la novela homónima escrita por Katherine Neville–. Nada hacía presagiar el enorme éxito que tendría el modelo ni que sería uno de los pilares de la marca durante varias décadas, aunque ya se intuía que ese nuevo Škoda presentado en el 96, sería un coche importante para la marca.
Con el Octavia no se buscó revolucionar el mercado, tampoco se pretendía ofrecer un automóvil superlativo, en realidad, lo que se buscó con el Škoda Octavia era poner en circulación un coche lógico, versátil y económico, tanto de adquirir como de mantener. Un concepto de coche que fue clave para el desarrollo de la maca, que tardó muy poco en convertirse en el fabricante con la mejor relación calidad-precio del mercado europeo, y todo empezó con el Octavia 1U, la primera generación.
A simple vista, las formas del coche eran muy sencillas, incluso demasiado sosas, pero los objetivos no permitían dibujar nada que fuera muy rompedor, no debemos olvidar que las líneas rectas con más baratas que las curvas. Así, el señor Dirk van Braeckel, quien también se inventó las formas del Audi A3 y mucho después, las del Bentley Mulsanne, creó un coche que fue la vida imagen de Škoda durante muchos años, y también la imagen de los taxistas, pues el Octavia, tras demostrar su fiabilidad y versatilidad, fue el coche preferido de los taxistas españoles.
Pero que fuera un coche sencillo y versátil, no era óbice para la presencia de tecnología y elementos procedentes del banco de órganos de VAG. Así, el desarrollo del Škoda Octavia partió de la plataforma PQ34, la misma que usaba la cuarta generación del Volkswagen Golf y la primera que generación del SEAT León. Los primeros bocetos fueron obra de Giugiaro, pero el italiano no encontró lo que buscaba la compañía y se recurrió a otra mente pensante como fue el ya mencionado van Braeckel, que por cierto, no trabajó solo, sino con ayuda de Luc Donckerwolke.
Entre los detalles que ofrecía el Škoda Octavia presentado en 1996, estaba su descomunal maletero de 528 litros, al que se accedía mediante un portón. Esta característica se hizo rápidamente famosa, la prensa de la época era uno de los argumentos que antes destacaba en las pruebas de la época, y en parte era lógica, pues no había coche de su categoría que ofreciera algo así. De hecho, era más grande que muchos maleteros de la categoría superior.
Las ventas del Škoda Octavia pronto se dispararon y aparecieron la variante familiar, que contó con una interesante versión con tracción total, y el deseado Škoda Octavia RS; que compartía el motor 1.8 20vt con el Golf y el León, en su versión de 180 CV. La primera generación, el Octavia 1U –aunque habría que decir que es la primera bajo el amparo de Volkswagen, pues en realidad es la segunda–, se fabricó hasta el año 2004.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS