El Citroënn XM no gustó a todo el mundo, fue un coche con una línea particular, muy Citroën, aunque, sin lugar a dudas, rebosaba personalidad, y además, lo hacía sin recurrir a ningún artificio, no hay líneas que se cruzan, ni pliegues extraños, solo hay trazos rectos en forma de cuña. Sencillez, pero personalidad. Quizá demasiada, pues al final, no todo el mundo lo entendió, aunque también es cierto que no era precisamente un coche barato.
Cuando se desarrolló el XM, el objetivo era ocupar el lugar del Citroën CX, un modelo que era mucho más que un simple coche para la marca y cuyo reemplazo, no era ni mucho menos fácil. El sustituto tenía que ser igual de rompedor, igual de innovador y por supuesto, “muy Citroën”, y el resultado, para muchos, poco heredó del CX y poco honró sus éxitos, aunque para su diseño se contó con la colaboración de Bertone y se empleó como punto de partida la plataforma del Peugeot 605. Es decir, había buenos argumentos, suficientes para que el coche fuera, al menos, no ya un éxito, pero si un digno sucesor del Citroën CX.
El Citroën XM se puso en circulación en 23 de mayo de 1989 y contaba con todos los ingredientes “by Citroën” para lograr su objetivo. Cosas como una evolución de la suspensión hidroactiva con una nueva gestión electrónica o motores de nueva generación, con un V6 coronando la gama. Sin embargo, en la época en la que llegó al mercado, el motor estrella estaba alimentado por gasóleo, no por gasolina, y el XM adoptó una mecánica diésel para poder alcanzar una cota de ventas decente. En aquellos años, o tenías un diésel –o hasta tres o cuatro opciones– las ventas no cogían ritmo.
Así, se vendió, al inicio de la comercialización, con dos opciones diésel, una turbo y otra sin él –a comienzos de los 90, todavía se mantenían en catálogo los diésel atmosféricos–, de los cuales, como cabe esperar, el más interesante era el turboalimentado, pues con 2,1 litros, rendía 110 CV, frente a los 83 CV del atmosférico. Este último resulta ridículo en un coche del tamaño y el porte del Citroën XM y cuesta entender su presencia en el catálogo, pero ahí estaba y alguno se llegó a vender, obviamente. Hay gente que se compra el coche por pura imagen, y no le importa si bajo el capó hay un motor cuyas prestaciones son ridículas.
El Citroën XM D-12 Turbo –así era su denominación comercial–, montaba un bloque de cuatro cilindros, 2.088 centímetros cúbicos, culata de tres válvulas por cilindro y un turbocompresor convencional. No contaba con gadgets como la inyección por raíl común, ese avance llegó mucho más tarde de la mano del Alfa 156 y por ello, la potencia, que no era mala para la época, se quedó en 110 CV a 4.300 revoluciones, mientras que el par ascendía a 248 Nm a 2.000 revoluciones. No era una potencia desbordante, sobre todo si tenemos en cuenta los 1.490 kilos que pesaba todo el conjunto, pero para la época, era interesante.
Las prestaciones del XM 2.1 TD eran aceptables, pero no sorprendentes, aunque en su momento, para un diésel, se considerador buenas cifras. La velocidad máxima era de 192 km/h, y podía poner a 100 km/h desde parado en 11,1 segundos. Pasados 18,5 segundos, el coche había recorrido sus primeros 400 metros y después de 34,3 segundos, se recorría el kilómetro. El 0 a 160 km/h lo completaba en 42,7 segundos, al tiempo que el consumo, aprovechando al máximo las prestaciones del motor, no bajaba de 11,2 litros –la cifra media, según homologación, era de 67 litros cada 100 kilómetros–.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Efectivamente en esa epoca recuerdo cuando se inició su comercialización y era como bien dice el articulo muy rompedor para lo que se estaba acostumbrado. Y para la época incluia ya mucha electrónica respecto a la competencia que estaban en la era analógica aún, con los pros y los contras que eso conllevaba al ser de los pioneros (en fiabilidad me refiero).
Hay un error importante. El coche tenía la denominación comercial Turbo D-12. Porque tenía culata de TRES válvulas por cilindro.
Jon, muy buenas. La denominación me ha costado encontrarla, ahí me la han metido porque en la gran mayoría de los sitios lo publican como 2.1 TD. Pero en el caso de la culata, tienes razón. He vuelto a consultar la fuente de donde saqué la ficha técnica y pone claramente “12 válvulas”. Vamos, que me lo pasé por el forro…