Cuando un fabricante deja pensar sin límite a responsables de diseño e ingenieros, surgen los vehículos conceptuales. Ese es, a mi entender, su mayor encanto. Hoy recibimos en esta sección la visita de un ilustre representante de las ideas puras: el Pontiac Firebird II. Al contrario que en algunas estrategias de marca, donde se empieza por “dos”, sin existir “uno”, aquí si hubo precedente: el Firebird XP-21, rebautizado como Firebird I (1953), un vehículo cuyo principal inconveniente es que no se puede compartir con nadie; solo hay sitio para el conductor.
Alguno de los conceptos vertidos sobre el Pontiac Firebird II (1956), todavía hoy pertenecen al futuro. El ir propulsado por una turbina de gas regenerativa, es probable que no lo veamos nunca llevado a producción en serie, pero este coche ya coqueteó con el concepto de conducción autónoma casi dos décadas antes de que nacieran los creadores de Google. Para llevar esto a la práctica, pensaron en un cable que iría enterrado en determinadas autopistas, denominadas Safety Autoway, capaz de lanzar señales a un “cerebro electrónico” incorporado en el coche. El conductor podía decidir activar el sistema y disfrutar de una confortable siesta…
El Pontiac Firebird II y su antecesor son fruto de la fiebre por los aviones de caza que contagió en los cincuenta a la sociedad americana. En esta segunda generación se pensó de forma más práctica en un coche familiar (cuatro plazas), de dos puertas, con carrocería de titanio, elementos aerodinámicos como la cola de tiburón, suspensión independiente a las cuatro ruedas, nivelación automática de carga, frenos de disco, alternador, selector eléctrico de marcha y habitáculo protegido por una generosa cúpula de cristal con solo dos pilares. A propósito de las puertas, son como las vistas en el Alfa Romeo Scighera: la mitad inferior abate como puerta normal y la superior acristalada en forma de “ala de gaviota”. En cuanto a la potencia de la turbina, entregaba 200 CV. No iba tan desencaminado después de todo.
Delco
Más que la Historia, me gustan las viejas historias que huelen a asfalto, carreras y gasolina.Vaya, este es más sensato que el Firebird I, la verdad es que era un avión con tracción a las ruedas. En cuanto a la Safety Autoway se hace algo así en algunos vehículos autoguiados industriales. Se puede enterrar un cable eléctrico o imanes permanentes para marcar un circuito cerrado, que sigue el vehículo.
Curioso y sorprendente al 50/50!!