La Sociedad de Fabricantes y Comerciantes de Motores del Reino Unido (SMMT, por sus siglas en inglés) ha sacado otro comunicado. A comienzos de semana pasada hablábamos de su reacción ante el adelanto de la fecha límite para la venta de coches con motor de combustión al 2030. Ahora, la SMMT alerta del duro golpe que significaría no firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea cuando se complete el Brexit de forma definitiva, a finales de este año 2020. La SMMT también han recordado que en este 2020 ya han perdido 100.000 millones de euros a causa de la crisis provocada por el coronavirus.
Según sus estimaciones, la imposición de aranceles a partir del 1 de enero de 2021 supondría 110.000 millones de euros más de costes para la industria automovilística “a ambos lados del Canal de la Mancha”. En el caso de los fabricantes británicos, supondría el pago de 62.180 millones de euros adicionales en aranceles en los próximos cinco años, calcula la SMMT. Incluso un acuerdo de mínimos, sin aranceles, ya conllevaría pérdidas de más de 15.000 millones de euros, ya que se perderían ciertas ventajas que ofrece el mercado común europeo.
En el peor de los casos, los británicos podrían encontrarse con un incremento del 10 % sobre los automóviles nuevos. Esto sería la consecuencia de aplicar los aranceles establecidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC) entre dos países sin ningún tipo de acuerdo comercial.
Por ejemplo, esto significaría un aumento de 2.000 libras de media en la compra de cualquier coche eléctrico fabricado en Reino Unido, y unas 2.800 en los que procedieran de países de la Unión Europea, lo que prácticamente anularía la subvención que proporciona el Gobierno británico para incentivar la compra de vehículos eléctricos, de 3.000 libras.
El impacto de esta medida no se reduciría únicamente al consumidor, ya que unos supuestos aranceles incrementarían el coste de todos los procesos de la cadena de valor que requieran piezas, materias primas o cualquier elemento de fuera del Reino Unido. Además, el establecimiento de fronteras y controles de aduanas duros con la UE provocaría un aumento considerable del tiempo en el que las materias primas llegan a las fábricas.
Esto supondría que la política de just in time, muy extendida en los últimos tiempos (y de especial relevancia para los fabricantes nipones), fuera mucho más complicada de llevar a cabo. Las plantas se verían obligadas a acumular excedentes en previsión de cualquier retraso en las entregas de los materiales que requieren para seguir en funcionamiento, lo que implica más gastos adicionales.
Toda esta serie de problemas tendrían como principal consecuencia una gran pérdida de competitividad con respecto a las fábricas de la Unión Europea. Esto es especialmente relevante en un sector, el del automóvil, enfocado en las exportaciones al exterior y dominado por el capital extranjero.
En cuanto a lo primero, es importante recordar que el año pasado más del 80 % de los 1,3 millones de vehículos construidos en suelo británico fueron exportados, con el 55 % de estos destinados a la UE. Una salida sin acuerdo comercial podría rebajar esa cifra en un total de dos millones de unidades producidas en el período 2021-2025. Ahora mismo la industria del Reino Unido ha caído a niveles de producción de 1995.
En lo que concierne al segundo punto, todas las empresas importantes del sector son extranjeras. El Grupo PSA, francés, anunció que la producción de la nueva generación del Opel Astra se iba a trasladar a Alemania, dejando en el aire la situación de su fábrica en Ellesmere Port, que en el mejor de los casos fabricará la variante Vauxhall (con el volante a la derecha). Ford, americana, comunicó el año pasado el cierre de su planta de motores en Gales, pero se ha llegado a rumorear con un cierre total en caso de un Brexit sin acuerdo.
Pero, sin duda, el foco de atención está puesto sobre los productores japoneses, que son los que más presencia tienen en el Reino Unido. En el caso de un abandono del mercado común europeo sin acuerdo, los aranceles con Japón subirían del 7,5 % comunitario hasta el mencionado 10 %, lo que puede desincentivar el futuro de estas factorías en las islas. Honda ya anunció que en 2021 se cerraría su planta de Swindon. Nissan también dijo que, de tener lugar un Brexit sin acuerdo, la fábrica de Sunderland estaba condenada por falta de competitividad.
Porque que no tuviera ningún efecto negativo la salida del Reino Unido de un mercado común europeo que aporta tantos beneficios, es algo imposible. Sin embargo, muchas empresas siguen pensando que todo se podrá solucionar antes de la fecha límite, y que se podrá amortiguar este golpe. Toyota eligió Burnaston (Derbyshire) como fábrica de la nueva generación del Corolla. Incluso la propia Nissan el pasado junio negociaba con Renault el llevar a Sunderland la producción de algún modelo de la marca del rombo.
No obstante, para que todo esto pueda suceder, es imprescindible un acuerdo entre los británicos y la UE en el próximo mes. De no ser así, este sector de 78.900 millones de libras de valor y sus 180.000 empleados estarían casi por completo en manos de la decisión que tomaran estas compañías extranjeras. Las mismas que cuentan con fábricas en la Unión Europea que pasarían a ser más rentables que las de Gran Bretaña.
Luis Martínez
Cuando era un niño, no podía pasar una semana sin el nuevo número de mi revista de coches favorita. De adolescente, descubrí que me apasionaba escribir, divulgar y comunicar ideas. Ahora me encuentro dando mis primeros pasos en la profesión que me apasiona de la mano de la afición que ocupó buena parte de mi infancia, toda una suerte que demuestra las vueltas que puede dar la vida.COMENTARIOS