Tal día como hoy, hace más de seis décadas, Hollywood perdió a una de sus estrellas más brillantes del momento, James Dean. Había pasado a ser conocido por el gran público en la película “Al este del Edén”, estrenada a principios de ese año, y todos estaban expectantes para ver su nueva obra, “Rebelde sin causa”. Sin embargo, él nunca llegaría a ver el gran éxito de este filme, principal motivo por el que se le recuerda junto a su trágico fallecimiento.
James Dean era un apasionado del mundo del motor y de las carreras. En cuanto pudo permitírselo, tras ser contratado para “Al este del Edén”, compró su primer deportivo, que cambiaría poco después por el Porsche 356 Speedster. Con este coche corrió varias carreras entre rodaje y rodaje, ya que tenía prohibido hacerlo durante estos, y llegó a quedar en primer y segundo lugar en las dos primeras pruebas en las que participó. En la última carrera en la que tomó parte remontaría del 18º lugar al cuarto, pero un fallo mecánico de su 356 Speedster le obligó a abandonar.
Fue poco después, en el mismo septiembre de 1955, cuando decidiría sustituir su coche por un nuevo Porsche 550 Spyder. Dean quería un coche especial, a pesar de que pensaba en este 550 Spyder como una transición hasta que estuviera listo el deportivo de sus sueños, el Lotus Mark IX. Mandó el Porsche a personalizar, destacando una inscripción que sería el inicio de una leyenda negra: “Little Bastard”. El 550 Spyder contaba con un motor de cuatro velocidades y 81 kW/110 CV, y podía alcanzar hasta los 220 km/h debido a su gran aerodinámica y ligereza.
Uno de los sucesos que más se recuerdan al hablar de este tema es la advertencia que recibió Dean una semana antes por parte de Alec Guinness. El que daría vida a Obi Wan Kenobi en la primera trilogía de Star Wars le dijo el día 23 de septiembre que el Porsche “Little Bastard” tenía una apariencia siniestra y que pensaba que, si se subía a ese coche, lo iban a encontrar muerto a la misma hora la semana que viene. No pudo estar más acertado.
Aquel día, James Dean y su mecánico de confianza Rolf Wütherich estaban poniendo a punto su Porsche. Pensaban ir a la ciudad de Salinas para acudir a unas carreras que iban a celebrarse ese mismo fin de semana. Dean no pensaba conducir el deportivo, pero Rolf le insistió para que fuera haciéndose al coche y estuviera preparado para competir.
Por lo que Dean se dispuso a cubrir la ruta hasta Salinas en su deportivo, sobrepasando los límites de velocidad en varios momentos. Incluso fue detenido en un control de policía y advertido. Sin embargo, en el momento del accidente, fue el otro coche implicado el que iría demasiado rápido, un 1950 Ford Custom Tudor Coupe conducido por un joven de 23 años, Donald Turnupseed, quien no sufriría lesiones graves. James Dean moriría al sufrir una fractura de cuello y múltiples lesiones internas y externas.
A partir de ese momento, comenzó a generarse la leyenda negra del “Little Bastard”, especialmente con lo sucedido en los siguientes años. George Barris, la persona que se encargó de la personalización del 550 Spyder (y el primer Batmóvil) compró lo que quedaba del coche por 2.500 dólares, casi la mitad que nuevo. Poco después, el “Little Bastard” se soltaría del remolque donde iba, aplastando las piernas de uno de los mecánicos.
Barris vendió el motor y la transmisión a dos pilotos de la época, Troy McHenry y William Eschrid. Mientras los dos competían en la misma carrera, con los coches donde habían instalado las partes del “Little Bastard”, McHenry perdió el control y chocó con un árbol, muriendo instantáneamente. Eschrid resultó gravemente herido cuando sufrió un problema mecánico y su coche volcó mientras entraba en una curva.
George Barris todavía poseía dos neumáticos del 550 Spyder que estaban intactos tras el accidente de Dean. Los vendió a otro piloto de carreras y, poco después, ambos reventaron simultáneamente, lo que provocó que el coche del nuevo propietario se saliera de la carretera, causándole así un coma. Incluso un par de ladrones se colaron en el garaje donde Barris guardaba lo que quedaba del vehículo y, al intentar robar el volante y el asiento del Porsche, resultaron heridos y desistieron.
¿Un coche maldito?
Debido a todos estos extraños sucesos, George Barris decidió esconder los restos del “Little Bastard”, pero la policía de California lo convenció para mostrar el coche en una exhibición de Seguridad Vial. En el primer intento de hacerlo, el garaje donde guardaban el coche se quemó hasta los cimientos, sin causar apenas daños al Porsche. En el segundo intento, esta vez en un instituto de secundaria, el 550 Spyder se cayó del expositor y le rompió la cadera a un estudiante.
Su propietario estaba harto ya de todos estos incidentes y mandó desguazar lo que quedaba del “Little Bastard”. Sin embargo, el coche se resistía a desaparecer, cayéndose hasta tres veces del remolque que lo transportaba a un desguace. Las dos últimas resultaron sin víctimas, pero en la primera ocasión aplastaría a un conductor en su caída, causándole la muerte. A partir de entonces, no se sabe a ciencia cierta qué ocurre, varias fuentes que se contradicen.
Pero lo que es seguro es que el “Little Bastard” desaparece por completo del mapa, aunque hay quien afirma tener piezas del mítico coche “maldito”. El museo Historic Auto Attraction Museum en Illinois afirma tener una pieza del coche, mientras que un restaurador de Porsche, Jack Styles, tiene el eje trasero original del 550 Spyder, ya que coincide el número de bastidor con la fatídica unidad de Dean.
De esta historia, lo principal que se debe aprender es la importancia de la Seguridad Vial. El propio James Dean grabó un anuncio en el que aconsejaba a los jóvenes que fueran más despacio y calmados, para que pudieran salvar su propia vida. Pero se confundió, y en vez de “suya” dijo “mía”, en otro acto premonitorio. No obstante, él era el primero que ponía su vida en riesgo al circular a altas velocidades, al igual que el coche que le embistió.
También circulaban sin cinturón de seguridad, elemento que aún no había sido introducido en los coches de forma masiva, y que hoy todavía mucha gente se niega a utilizar. A eso se le suma el hecho de que falleciera en uno de los denominados “puntos negros” o tramos de concentración de accidentes, que en aquel momento no tenían ningún tipo de señalización, como sí ocurre ahora.
Esto debería servir de lección para ver todo lo que hemos avanzado para evitar que vuelvan a ocurrir accidentes como el que le costó la vida a una estrella de cine como era James Dean. Pero por muchos progresos en seguridad vial que hagamos, lo principal siempre será cumplir con las normas y recomendaciones que ahora existen, y que otros en el pasado no escucharon o no tuvieron la oportunidad de escuchar, y les acabó costando la vida.
Luis Martínez
Cuando era un niño, no podía pasar una semana sin el nuevo número de mi revista de coches favorita. De adolescente, descubrí que me apasionaba escribir, divulgar y comunicar ideas. Ahora me encuentro dando mis primeros pasos en la profesión que me apasiona de la mano de la afición que ocupó buena parte de mi infancia, toda una suerte que demuestra las vueltas que puede dar la vida.Maravilloso artículo y sobre todo didáctico. Lleno de datos interesantes.
Un saludo!