Mientras Miguel coloca el Torres para las fotos, me entretengo en pensar y en analizar mentalmente todo lo que hemos podido comprobar hasta el momento –y van ya seis días con el coche–. La verdad es que, a simple vista, el SsanYong Torres me gusta, tiene un diseño interesante y me parece que tienen personalidad, aunque hay quien diga que en algunos rasgos parece un Jeep. Yo no veo tanto parecido con la firma yankee, aunque tampoco sería algo especialmente malo, a los mejores siempre se les copia. Sin embargo, tengo la sensación de que algo no encaja. El coche, en general, va bien, no se le puede pedir mucho más a un coche de su categoría que se vende por un precio que arranca, según web oficial, en 27.000 euros; pero no acabo de estar 100% cómodo con este SUV…
Cuando se puso en circulación el Torres, SsanYong estaba en apuros y el conglomerado surcoreano KG Group había acudido al rescate. No se notaba todavía su influencia pero, aunque use el nombre de SsangYong para dirigirme a este SUV, en realidad, ahora mismo, ya no existe la marca, ahora es KGM Torres. Un rebranding, como se suele decir, que tengo muy claro que ayude en la imagen de la marca y en su futura evolución. SsangYong, aunque no era popular, era conocida, a KGM no la conoce nadie fuera del mundo del automóvil y habrá que estar atentos para ver como evoluciona.
En realidad, el cambio de nombre no debería ser un problema, ahí están marcas como OMODA, que vende la mar de bien y en España no la conoce nadie. BYD es otra marca que tiene cierto tirón de venta y tampoco tiene un nombre especialmente famoso en Europa. Sin embargo, que otras marcas hayan tenido éxito no quiere decir que KGM lo vaya a tener, de hecho, ¿Cuantos KGM Torres has visto por la calle? Personalmente solo uno, y lo he tenido en el garaje de casa durante una semana. Desde que probamos el Torres no he vuelto a ver ninguno por las calles, bueno, miento, he visto uno frente a la sede de Astara en Alcobendas. La cuestión es que Astara es la empresa responsable de la comunicación de KGM en España, así que casi podemos considerarlo como un avistamiento nulo.
Volviendo atrás, decía que tengo la sensación de que algo no encaja en el KGM Torres y no sé qué es exactamente. Así que mientras Miguel va de un lado a otro para que pueda tomar unas fotos, aproveché y le di unas vueltas al asunto. Y al final, mi conclusión, la que saqué después de pensar y de hablar con Miguel, es que KGM –la “vieja” SsangYong, recordad– ha apostado por un diseño atractivo y con presencia, por un interior “a la moda” –volante rectangular, pantallas, líneas rectas–, pero el resto se ha mantenido igual que en cualquier otro modelo lo que me parece dejar las cosas a la mitad.
La denominación Torres viene por el Parque Nacional Torres del Paine, ubicado en la Patagonia en el sur de Chile, elegido Reserva de la Biosfera por la UNESCO
El diseño del Torres es un paso adelante para la marca
Hasta el momento, todos los SsangYong que han pasado por mi garaje han tenido algo que contar. No son los mejores en nada, pero tampoco tienen pegas especialmente graves. Sí, es cierto que podrían mejorar algunos apartados como ciertos ajustes, el tratamiento de los materiales o el tacto de algunos mandos, pero pulir esos detalles encarecería el precio de venta y, en el fondo, son coches agradables de usar. El diseño es, posiblemente, el apartado que se deba revisar –que no mejorar, lo que a uno le gusta, a otro seguramente la pueda crear rechazo–, les falta algo de garra, no tienen esa imagen tan actual e interesante como la puede tener un Peugeot 3008, un Hyundai Tucson o un CUPRA Formentor.
Es ahí donde el Torres da un paso al frente con su diseño, que sin resultar demasiado actual, no desprende la sensación de ser conservador ni pasado de moda. Además, tiene aspecto de auténtico todoterreno y eso es un punto a su favor, ya que muchos usuarios buscan esa imagen robusta e imponente de un todoterreno. Personalmente me gusta, creo que tiene unas formas bastante equilibradas y no recurre a líneas de tensión que se cruzan aquí y allá sin ton ni son. Lo más descuadra, quizá, sea el pilar C, que es enorme, pero incluso eso me parece bien integrado en el diseño general y me da la sensación de robustez.
Algo similar me ocurre con el interior, pero en esta ocasión, hay más cosas que destacan, pero no para bien. Por formas y por sensaciones al verlo y tocarlo, nada que reprochar. Nuevamente, no es nada fuera de lo normal, pero es agradable, no hay nada que parezca fuera de lugar, aunque tampoco hay nada que destaque especialmente; el volante es lo primero que llama la atención por sus formas, pero al final acaba por pasar desapercibido en el día a día. Sin embargo, las pegas florecen en cuanto se usa el coche todos los días. De primeras, el equipo de climatización se gestiona a través de una pantalla, una dichosa y plenamente prescindible pantalla. No hay que navegar por menús, es una pantalla dedicada exclusivamente a la climatización, pero como todas las pantallas, obliga a mirar que se hace en todo momento.
El siguiente punto que merece críticas es la pantalla del sistema multimedia. Funciona, en general, correctamente, pero sus gráficos y el marco en el que va encajada –con botones físicos, por cierto–, parecen tener 10 años. Esta claramente por detrás de los principales rivales en ese aspecto y da la impresión que la parte superior del salpicadero y la parte inferior han sido diseñadas por equipos diferentes. En un lado –abajo–, la modernidad de una pantalla para la climatización, en otro lado –arriba–, un elemento que parece más antiguo de lo que realmente es.
La presentación del interior del Torres es muy correcta, un claro paso adelante, aunque todavía faltan cosas por pulir
Al mismo tiempo, tenemos un volante casi rectangular, con una instrumentacion digital justo detrás, enclaustrada en el salpicadero y que llama la atención precisamente por eso, por estar enclaustrada y permitir un diseño de la parte superior del salpicadero bastante simple y agradable. Plancha superior, por cierto, que gracias a esas formas será muy sencilla de limpiar. También echo en falta más tapizado y acolchado en las puertas, pero volvemos a un detalle comentado antes: si esas cosas se cuidaran más, el KGM Torres no tendría un precio desde 27.000 euros.
No le vendría nada mal una hibridación
Con todo esto que vengo diciendo solo pretendo afirmar que, después de haber diseñado un coche que, en teoría, presenta un cambio en la marca, bien podrían haberse esmerado un poco más en determinados apartados que, a día de hoy, son más importantes de lo que parece. La pantalla para la climatización sigue las modas imperantes al pie de la letra, pero la pantalla superior y los gráficos no serán bien vistos por determinados usuarios y eso afecta a las ventas mucho más que tener un motor de combustión sin ningún tipo de hibridación.
El KGM Torres se ofrece con un solo motor, un bloque de 1,5 litros turbo con 163 CV, que puede combinarse con un cambio manual –como la unidad probada–, un cambio automático o con un sistema de alimentación bifuell –GLP, gas licuado de petróleo–. También hay un sistema de tracción total. Solo el bifuell tiene etiqueta ECO, los demás, lucen etiqueta C, que tampoco debería ser un problema ya que le quedan años de vida a esa etiqueta. Un fastidio esto de las pegatinitas, por cierto, solo provocan dudas entre los usuarios y toda clase de inconvenientes y discriminaciones, porque coches como el Torres, modernos, con consumos contenidos y sistema de control de emisiones totalmente actuales, son vistos como una opción poco interesante por la dichosa señal pegada en el parabrisas.
Con GLP la etiqueta es distinta, pero quien opte por esa mecánica tendrá que buscar alguna estación de servicio que cuenta con surtidor de GLP, algo que no es tan común como debería y que, como cabe esperar, limita la cantidad de usuarios que se decanten por ese combustible. Eso me hace pensar que le vendría la mar de bien una hibridación, pues ya le daría la etiqueta ECO sin tener que comerse demasiado la cabeza para repostar, bastaría con buscar la gasolinera con los precios más interesantes, algo que, por suerte, cada día es más fácil de encontrar. Y que no te de miedo poner gasolina “low cost”, no hay problema ninguno. Personalmente llevo más de 10 años repostando en esas estaciones con mi coche personal y todavía estoy esperando a que me un problema.
Le gustan las pistas de tierra con pocos agujeros, donde rodar con cierta ligereza e incluso derrapar el alguna ocasión
De todas formas, si dejamos a un lado lo interesante que pueda ser una cosa u otra, te encontrarás con un coche que no resulta emocionante, pero tampoco genera rechazo. Es agradable de conducir, no vibra, no suena en exceso, anda lo suficiente y gasta lo justo, pero tampoco le pidas mucho más. No tiene una potencia desbordante ni una entrega salvaje, vamos, que no te empotrará contra el asiento al acelerar ni tendrás una repuesta rapidísima, pero tampoco echarás falta mucho más de lo que ofrece. El motor, el mismo que ya pudimos probar con el Tivoli, por ejemplo, es suave en su funcionamiento y tiene un rango de uso más que aceptable, con un consumo que tampoco se puede considerar de elevado. Durante los días que tuve el coche en casa, el gasto rondó los siete litros, que no parece excesivo para el tamaño y el peso del coche. Si tienes un pie derecho al que le gusta ir hasta abajo, entonces verás como el gasto de combustible se dispara tanto como baje el pie sobre el pedal y además, tampoco tendrás mucho a cambio.
Lo mejor del KGM Torres es su suavidad general; acelerar “a punta de gas”, hacer el juego de pedales con progresividad, mover el selector del cambio sin prisas… De esta forma es como mejor responde y como más cómodo se siente. También le gustan las frenadas largas y suaves, nada de brusquedades que descompongan el equilibro de pesos, al igual que tampoco le gustan los movimientos de volante agresivos. El Torres tiene dos caras, una suave y cordial, otra protestona y menos agradable.
Falta un poco de consistencia
Reconozco que el KGM Torres es un coche que no me disgusta, podría convivir sin problemas con él en el garaje y creo que sería un coche muy aprovechable, pero hay ciertas cosas que no me convencen del todo, y es aquí donde, posiblemente, esté el quid de la cuestión. El tacto de todos los mandos, y cuando digo todos, es todos –volante, pedales, selector del cambio, palancas de limpiaparabrisas y luces… – son muy blandos, tiene un tacto que, desde mi punto de vista, está falto de consistencia. Por ejemplo, la dirección es muy ligera y el selector del cambio es excesivamente suave, no hay un “clack-clack” cuando se inserta una relación, hay un “click-click”, acompañado de una falta de firmeza en los desplazamientos del selector.
Los pedales van por un camino semejante, muy blandos en general, incluido el freno. No son desagradables y sé de buena tinta –básicamente porque me lo han dicho varias personas– que ese tipo de accionamiento gusta a mucha gente, pero un tacto algo más firme siempre mejora la sensación de calidad, hace la conducción más agradable y permite una mejor regulación de los mandos. Un pedal del freno con cierta dureza, o mejor dicho, con cierta firmeza, permite gestionar mejor las frenadas, por ejemplo.
El KGM Torres es un coche muy correcto, pero necesita un poquito más para ser realmente interesante frente a la competencia más directa
Otro de los apartados a tener en cuenta es que no es un todoterreno. Puede que lo parezca, pero es un SUV, con todas las ventajas e inconvenientes que tiene un SUV. De serie monta neumáticos M+S de la marca Nexen, o al menos la unidad que nos prestaron sí los montaba –unos Nexen N’Priz RH7 en medidas 235/55 R18 100H– que permiten ciertas aventuras por caminos de tierra sin mayores problemas. Incluso puedes rodar bastante ligero y derrapar en más de una ocasión, con lo divertido que resulta. Pero cuando la cosa se complica un poco más de la cuenta, no traccionan.
El Torres que nos dejaron no tenía tracción total y cuando aparecían zonas con hierba o alguna superficie con poca adherencia, se notaba claramente que las ruedas patinaban. Nos metimos por la misma zona donde fuimos con el SsangYong Musso y no tengo dudas de que habría sido muy difícil seguir al pick-up con el Torres, y no porque el terreno fuera más adecuado para el Musso, sino poque el KGM Torres es, mayoritariamente, un coche para asfalto. No hay golpes o movimientos “feos” de la suspensión y la carrocería cuando se circula a buen ritmo por caminos, de hecho, llama la atención que pueda ir tan rápido, pero a poco que haya mala adherencia, el Torres empieza a sufrir.
Aun así, si te gusta el coche y tienes decidido llevártelo a casa, te recomiendo que busques caminos de tierra y te dejes llevar al máximo.
Datos técnicos
FICHA TÉCNICA | KGM Torres | |
---|---|---|
MODELO | G15T GLP | |
MOTOR | Delantero transversal. Cuatro cilindros con 1.497 centímetros cúbicos y turbo. | |
RENDIMIENTO | Potencia máxima | 120 kW (163 CV) entre 5.000 y 5.500 rpm |
Par máximo | 280 Nm entre 1.500 y 4.000 rpm | |
TRANSMISIÓN | Manual de seis relaciones. Tracción delantera | |
DIMENSIONES Y PESOS | Largo por ancho por alto en milímetros | 4.700 x 1.890 x 1.720 |
Batalla en milímetros | 2.680 | |
Peso | 1.573 kg | |
Velocidad punta | 194 km/h | |
Relación peso potencia | 9,65 kg / CV | |
CONSUMOS | Consumo medio homologado (WLTP) | 7,9 litros |
PRECIO | 27.000 € (según web oficial a febrero de 2025) |
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS