Los proyectos muchas veces se quedan a medio camino y no se terminan de materializar. Eso es lo que está pasando en una industria de la automoción donde viven más del aire que de sacar adelante esta nueva generación con bajas emisiones o nulas. Los coches eléctricos comenzaron con fuerza, aunque muchas veces los escollos que se han ido encontrando han sido tales que no han permitido que se pueda seguir avanzando, con un nicho de mercado prácticamente nulo, al menos en nuestro país.
La situación en la que se encuentra la movilidad sostenible en Europa y en especial en nuestro país es hasta preocupante. Bien es cierto que hubo un momento donde nacían empresas que apostaban por este tipo de energía como churros y eso se debía en gran medida a su gran impulso económico que tenían con las ayudas del Gobierno, que no eran pocas al estar dentro de distintos programas como era el Plan MOVES, ese que se supone que no tienen la cantidad necesaria del presupuesto y que tardan hasta tres años en dar esa cantidad a simples usuarios.
Viviendo en la inopia se está demasiado bien, pero han sido distintas las empresas nacionales que se han atrevido en saltar en una piscina que normalmente está sin agua y con un cemento de base demasiado duro. Eso es lo que ha pasado con varias compañías que hace unos años se aventuraron, quizás por su falta de experiencia, en una experiencia que les cambiará la vida y sobre todo sus bolsillos por declararse en bancarrota. Bien es cierto que algunos de estos problemas se los provocaron ellos mismos, pero ya hablaremos de ello más adelante.
Un país que pone muchas trabas
Lo que muchos pensaban que en España iba a ser todo a pedir de boca, que se bajen de la nube. Es cierto que vivimos en un país donde el sol impera sobre otros tipos de climas, pero eso no implicaba ningún problema, es más, era una ayuda que no se ha sabido aprovechar. Si realmente se buscaba un tipo de futuro más ecológico, se deben cambiar esa percepción del sistema, pero lejos de eso, seguimos buscando justificaciones tontas y banales que no sirven de nada.
Eléctricos, pero poco. Esa es una de las premisas que se están planteando desde la industria y es evidente que se ha producido un error de base. ¿Para qué queremos 400.000 de vehículos eléctricos si no tenemos enchufes públicos para todos? Sí, solo hay un 8,5% de puntos de recarga, es decir, hasta julio de 2024 había 34.105 estaciones, de las cuales, se estima que solo 4 de cada 5 están funcionando (27.284 aproximadamente). Es uno de los principales problemas que existen y es que no se puede apostar por una movilidad que ni los propios dirigentes confían en ello.
Si en 2030 se han propuesto en el PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) que tengamos más de 5 millones de vehículos eléctricos matriculados, toca trabajar duro. En este país tenemos el problema de que solo pocos vehículos se encuentran en circulación, especialmente por sus dudas sobre la viabilidad del negocio. Poca gente tiene el dinero suficiente para poner un punto de recarga inteligente en su casa (mínimo 1.000 euros) frente a los 10.000 euros de un punto de recarga rápido y a todo ello, tienes que sumarle lo que cuesta la electricidad en el mercado, que quizás por muy sostenible que quieras ser, te tocará perder dinero.
Dudas sobre los vehículos eléctricos
En los últimos años, se ha observado que se ha incrementado la demanda de litio para los vehículos destinados a la movilidad sostenible, lo que llegó a crecer en un 40% en comparación al 2022. Esto ha provocado un exceso de unidades en el mercado y muchas firmas hayan tenido que paralizar por completo sus líneas de producción a la espera de que se pueda seguir fabricando a gran escala.
Uno de los principales problemas que se encuentran con estos modelos es la baja o nula capacidad de reacción que tienen. Bien es cierto que sus componentes suelen ser los más avanzados del mercado, pero eso no quita que sean modelos que sus rendimientos estén lejos de lo que se espera de coches o motos de sus características. Se quedan a medio camino en muchas ocasiones, es más, la autonomía no suele ser muy elevada y puede perjudicar sus viajes más cotidianos.
Si a esto le sumamos que muchas veces sus precios son realmente mucho más elevados de lo que suelen ser los coches de combustión, junto a los extras que hay en su caso, como son las instalaciones de puntos de carga, hace que algunos usuarios se echen para atrás. Ese es uno de los principales problemas y es que ocurre como con las bolsas de plástico, si pasas por caja no contaminas y partiendo de esa base, es lo que muchos se plantean: ¿Qué pasa con las baterías? A día de hoy se sigue sin contemplar los procesos de reciclaje de las mismas y es que no hay “depósitos” para ello al uso ni plantas de tratamiento. La única solución que muchas empresas plantean es que se intercambien por otras cargadas, pero ese no es el problema, el cual es que pasa con ellas cuando estas fallan o mueren. En el fondo, todos los componentes son contaminantes y de nada sirve que digamos que se contamina menos con las emisiones de dióxido de carbono, cuando otras partes del coche o moto en cuestión se quedarán años perdurando sin moverse de los desguaces.
Un cambio de conducta
Las quejas de muchos usuarios y la declaración en bancarrota de muchos grupos ha hecho que los clientes se estén decantando por la solución menos mala, que no es otra que la de pasar a la movilidad contaminante, pero sostenible, vamos lo que se conoce como coches híbridos. Sinceramente, es una de las mejores alternativas en este momento y es que son muchos los fabricantes que están viendo con miedo estos cambios de tendencia y por ello, se están esforzando por lanzar estas alternativas al mercado, las cuales están creciendo significativamente en volumen de ventas.
No queda duda de que los coches eléctricos pueden ser esa solución que muchos ven de cara a un futuro más sostenible, eso sí, sin muchas expectativas. Lo que es evidente es que la evolución del sector es notoria, pero a la vez son diseños feos, y no solo por esos coches tan estrambóticos que lanzan algunas firmas, véase Tesla con el Cybertruck, que aparte de ser poco agradable para la vista, es peligroso. La compañía de Elon Musk es una de las más revolucionarias, pero se evidencia que su Autopilot es deficiente, llevando a muchos coches a ver fondos de pantano o invitándoles a coger el metro sin billete.
Sea como sea, todos estos avances siguen sin materializarse al completo por un mercado que sigue en constante desarrollo y sobre todo, por los pocos puntos de recarga que existe en este país. Es lamentable que esté produciéndose una situación muy preocupante en un país donde solo se promueve la sostenibilidad, pero no hay ese incentivo o esa conducta que anime a que se pueda comprar esa flota que tanto se espera. Lo que es seguro, es que la electromovilidad va para largo y tiene muchas trabas por delante que sortear.
Alejandro Delgado
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