Comprar un descapotable en verano: postureo, insolaciones y otros clásicos

Comprar un descapotable en verano: postureo, insolaciones y otros clásicos

Sol, aire libre, quemaduras de tercer grado… ¿Seguro que quieres un descapotable justo ahora?


Tiempo de lectura: 4 min.
Javi Martín Bio El verano, ese momento en el que el cerebro se derrite a la misma velocidad que el helado del copiloto. Y justo entonces, mucha gente piensa: “Ahora sí, me compro un descapotable.” Error. Porque sí, es bonito, pero también es como ir en una tostadora sin tapa a las tres de la tarde. Vamos a desmontar el mito con un poco de humor y bastante protección solar.

Los coches descapotables tienen algo, lo sabemos todos. Es como la pizza con piña: una mezcla que, de primeras, no tiene sentido, pero luego la pruebas y, oye, se deja comer. Y la pruebas porque tiene ese algo que no puedes evitar. Hay quien dice que ir en descapotable es como ir en moto pero sin casco, afirmación un tanto atrevida, aunque, en cierto modo, no muy lejos de la realidad —sin contar el número de ruedas, claro—.

El descapotable tiene ese aura de coche exclusivo, uno que ofrece a todo el que te ve una imagen que destaca por encima del resto. Sí, hablamos de postureo, porque más de la mitad de quienes se compran un descapotable lo hacen por pura imagen, porque el descapotable mola. Si eres de los nuestros, entonces te lo comprarás por las sensaciones, porque no hay otro tipo de coche que ofrezca tantas al conducirlo, incluso por el centro de la ciudad, donde vas totalmente expuesto a lo que ocurre alrededor —sí, como quien monta en moto, pero con más chapa alrededor—.

Y ahí radica su mayor argumento, pero también su principal problema. Retirar el techo te expone a todo: olores, suciedad, bichos de toda clase, condición y tamaño, al aire y, sobre todo, al sol. ¿No lo habías pensado? Ni tú ni muchos usuarios de coches descapotables, que, ahora que ha llegado el buen tiempo, retiran el techo sin dudarlo. Seguro que lo has visto por la calle, a las 12 del mediodía, parado en el semáforo, con las gafas de sol puestas y con 35 grados a la sombra… ¿Acaso no nota cómo el sol le está achicharrando vivo?

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La falsa sensación que te hace obviar ciertas cosas

Pensemos por un momento. Cuando eras niño, tu madre te decía en verano que te pusieras una gorra mientras aún ibas con la merienda en la boca. Las madres son seres muy sabios y tienen claro que, en verano, a las cinco de la tarde, el sol quema y sin gorra acabarías con una insolación monumental. Ahora, como me ocurre a mí, será tu mujer quien te espete la frase: “ponte la gorra, bobo, que luego te quemas.” Pues bien, ¿qué te hace pensar que esto no aplica cuando vas en un coche sin techo?

Yo te diré qué te hace pensarlo: el aire que llega al habitáculo cuando circulas, así como todos los sistemas de climatización de los coches modernos. Los asientos ventilados y un aire acondicionado muy potente pueden hacer milagros con la sensación térmica, pero no con los rayos del sol, que te siguen dando de lleno en lo más alto de tu cocotero. Luego pasa lo que pasa: te quemas, te da una insolación y no sabes cómo ha podido ocurrir, ¿verdad? Ni siquiera el protector solar te librará del golpe de calor que te espera en un descapotable a pleno sol.

Y no hablemos solo del calor: la exposición constante al sol durante largos trayectos puede pasarte factura de verdad, aunque no lo notes en el momento.

Solo hay un momento ideal para conducir un descapotable en verano: entre la tarde y la noche, o directamente por la noche. Ahí, amigos, el descapotable se disfruta como pocas cosas. Ya no hace el horrible calor que has sufrido durante todo el día, el aire es más fresco y el sol no está en lo más alto lanzando rayos UVA a tu cabeza. A veces ni siquiera apetece correr con el coche, solo pasear, disfrutar del paisaje, del aire fresco, de las sensaciones que te llegan por doquier…

Comprar descapotable en verano (2)

Los coches descapotables no son para el verano, lo sentimos

Amigos, os lo digo por experiencia: los descapotables no son para el verano, o al menos no son para el día; son para la tarde o para la noche. Y sí, yo me quemé en un descapotable y llevé la marca de las gafas en la cara todo el verano. No fue divertido, porque estuve todo un día bastante mal.

El verano es tentador: sol, cielo azul, días muy largos… Pero los descapotables, con el techo puesto, mínimo hasta las 19:00 h. Antes de esa hora solo serás como un lagarto al sol, solo que tú eres de sangre caliente y te cocerás vivo. Durante el día, techo puesto, aire acondicionado a tope y, si tienes un Mercedes, la “bufanda” de aire es una bendición.

Así que sí, los descapotables son geniales… en primavera, al atardecer, con una chaqueta ligera y cuando no sientes que estás friéndote en una sartén. Si aun así decides comprarte uno en pleno agosto, al menos que te quede claro: lo haces por postureo, y está bien, pero luego no vengas diciendo que nadie te lo advirtió.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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