Imagina que llegamos al 2030 y vuelven los coches pesados a base de acero. No, no ocurrirá, porque la industria de los automóviles avanza y busca soluciones cuando de transición entre materiales se trata. Si la fibra de carbono y todas sus complejidades llegaron para revolucionar el mercado y las factorías, pues, en caso de que algún día se le ponga punto final, será cuestión de buscar una alternativa que reemplace sus funciones: mayor resistencia, menos peso.
Son pensamientos que resultan inevitables, como el vinculado a los deportes de motor. ¿Cómo sería la Fórmula 1 y los monoplazas del mañana si se sentenciara la prohibición de este funcional y distintivo material? ¿Cómo sería, por ejemplo, el hypercar que McLaren está desarrollando para Le Mans? Pero de momento me estaría adelantando, porque, aunque de seguro la Unión Europea seguirá estudiándose su situación, la continuidad de su producción no correría riesgo, a juzgar por confirmaciones de última hora.
La fibra de carbono está en la mira de la UE por ser nociva, pero según ha publicado Motor1 de Italia, un miembro del Parlamento europeo le informó al medio que el material será retirado de la lista negra y los coches europeos podrán seguir contando con sus beneficios. Aclarado esto, ¿qué fue lo que ocurrió?

Nociva no en la producción, sino en su desechado
Todo parte de tres siglas. La ELV es la Directiva del Final de la Vida Útil de los Vehículos y su objetivo es la sostenibilidad y el cuidado de la salud en el desmantelamiento y el reciclaje de los coches. En otras palabras, es una regulación que los fabricantes deben respetar. Si la ELV determina que no se puede usar un material por ser nocivo al momento de ser desechado, pues…
Se preguntarán qué tiene que ver la fibra de carbono en todo esto. Hay un selecto grupo de indeseables para la UE y el medioambiente. Entre ellos, recordemos que el cromo hexavalente recibió la prohibición en Europa por ser su producción tóxica y cancerígena, lo que entonces pasó a afectar a los modelos nuevos que incluían sus acabados y, si se profundiza, su cancelación debería alcanzar a los talleres de restauración de clásicos, de tradición tan arraigados con los detalles, las salidas de escape y otros elementos históricamente habituados a dicho material.
Como en el caso del cromo, otros materiales son considerados peligrosos porque su proceso de fabricación lo son. En la fibra de carbono, lo nocivo es lo que sucede al retirarla. Al ser aplicada mediante resina, al quitar la fibra de carbono es posible que los filamentos sueltos queden dispersos en el aire y, si esto sucede, mejor que no entren en contacto con la piel ni con las cavidades, que sufrirían las consecuencias de su componente dañino.

Un mundo sin fibra de carbono
Esto es lo que ha contemplado la Unión Europea, que, bajo esta perspectiva, tiene un punto. La peligrosidad del material trascendería, porque no se limitaría a los trabajadores de la industria, sino que pondría en riesgo a personas de desguace, casas de restauración e incluso a los propietarios de los coches. Me pregunto qué casos ha habido, igualmente.
Sin lugar a dudas, un tema a seguir de cerca, porque aunque el ligero y estético material siga en el mercado, deberá haber alternativas en las que las empresas proveedoras ya deben empezar a pensar. La japonesa Toray Industries, por ejemplo, es una de las que concentran el mayor porcentaje del mercado de la fibra de carbono a nivel global y, si mañana se aprobase la prohibición, sería una de las más afectadas dado que la mitad de negocio automotriz radica en Europa.
Pero se abre también un abanico de interrogantes. Si un mundo sin fibra de carbono es posible en el corto plazo, ¿de qué se harán los chasis monocasco que se construyen a base suya? ¿Cuál será el material del mañana a aplicarse en las piezas aerodinámicas? ¿Qué material se usará para compensar el alto peso de las baterías en los eléctricos?
Mauro Blanco
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