El CUPRA Tavascan, el cacareado SUV eléctrico “español” que tanto parece gustar por diseño, por prestaciones y por comportamiento, podría tener los días contados y eso que apenas acaba de iniciar su vida comercial. Y todo parece ser por culpa de los aranceles a los coches eléctricos chinos, pues aunque sea un CUPRA, marca totalmente europea, se fabrica en China.
Se nos va de las manos y el futuro parece ser muy turbulento. Da la impresión que en Europa nos hemos propuesto hacer las cosas mal y lo peor de todo es que se nos da fantásticamente bien. De primeras, pretendemos cambiar el mundo con la prohibición de coches con motores de combustión –aunque ya está claro que será peor el remedio que la enfermedad–, las normativas de emisiones son casi imposibles de cumplir actualmente y la única forma de lograrlo, que es vender coches eléctricos, recibe una traba monumental.
Esa traba ha venido en forma de aranceles a coches eléctricos fabricados en China, sin importar la marca que los selle, aranceles que pretenden proteger la industria europea de una desleal industria china. Y sí, está muy bien que queramos proteger lo nuestro, pero… ¿A costa de qué? Estamos ante la misma situación que cuando llegaron los fabricantes de motos japoneses a Europa, con una industria local incapaz de innovar y de amoldarse a las demandas de los nuevos usuarios, o como poco, incapaz de hacerlo a costes accesibles para las masas.
![CUPRA Tavascan (2)](https://espirituracer.com/archivos/2025/02/cupra-tavascan-2.webp)
Ahí radica el problema del coche eléctrico, en los precios. Volkswagen lo acaba de descubrir con una oferta del ID.3, la cual ha tenido que detener por exceso de demanda; se han visto incapaces de hacerle frente. Por eso, por cuestión de costes, e CUPRA Tavascan se fabrica en China, para que sea rentable y eso que no es precisamente barato, pues según la web oficial, la versión más barata cuesta 51.900 euros.
No obstante, el precio del CUPRA Tavascan podría ser lo de menos si tenemos en cuenta las declaraciones de Wayne Griffiths, consejero delegado de SEAT y CUPRA, durante una entrevista para La Vanguardia. En ella, ha comentado que si no se modifica la situación actual, habría que cesar la producción del modelo porque no resulta rentable, lo que obligaría a dejar de fabricar alrededor de 100.000 automóviles con motor de combustión al año, para poder compensar la pérdida del SUV eléctrico. ¿Qué sentido tiene dejar de fabricar coches con motor de combustión si dejar de fabricar el Tavascan? Pues fácil: compensar las emisiones de CO2 que se compensaban con el SUV eléctrico.
Se trata de un problema que también traería consigo el despido de, al menos, 1.500 trabajadores de las instalaciones de Martorell, más otros 10.000 empleos indirectos. Y todo porque, de no cambiarse los aranceles –bajar su coste o desaparecer–, el CUPRA Tavascan es insostenible. Supone, sencillamente, un ejemplo más de cómo está la situación con el coche eléctrico actualmente; es inviable incluso para las marcas.
![CUPRA Tavascan (3)](https://espirituracer.com/archivos/2025/02/cupra-tavascan-3.webp)
Griffith recalca, por activa y por pasiva, que el CUPRA Tavascan se ha diseñado y desarrollado en Europa, y que parte del material que se usa para su fabricación se exporta desde Europa hasta China. Además, el coche se fabrica en China, pero no se vende allí, donde su lugar lo ocupa el Volkswagen ID. Unyx, que no es otra cosa que un Tavascan con los logos de Volksagen y, para colmo, más de 20.000 euros más barato. Pero eso ahora no importa, lo realmente importante aquí es que el Tavascan soportará unos aranceles del 30,7%.
El CUPRA Tavascan es un coche importante para la marca, eso al menos nos han dejado claro, pero apenas ha llegado al mercado y ya peligra su existencia y, por si fuera poco, se podría llevar por delante más de 10.000 puestos de trabajo, eso sin contar con las pérdidas que tendría que asumir SEAT al no poder rentabilizar la inversión realizada en el desarrollo del coche.
No cabe duda, en Europa somos especialistas en pegarnos tiros en el pie…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS