A lo largo de estos últimos años, los automóviles de producción vienen ofreciendo ruedas cada vez de mayor tamaño. En realidad, los coches han ido creciendo en sus dimensiones de forma general, y estos elementos no podían mantenerse al margen de esta tendencia. Tanto es así, que hasta la Fórmula 1 ha modificado su reglamento para esta pasada temporada, momento en el que las casi eternas llantas de 13 pulgadas de diámetro dieron paso a unas de 18”. Los motivos para este cambio no los encontraremos en la búsqueda de un mayor rendimiento. El objetivo del promotor del campeonato, así como del único fabricante de neumáticos presente en esta competición, fue acercar el aspecto de las ruedas de estos monoplazas al de los vehículos de producción. Simple mercadotecnia.
Por otro lado, es relativamente frecuente que los propietarios de automóviles más o menos convencionales realicen modificaciones en cuanto al tamaño de las llantas o de los neumáticos, con el objetivo principal de mejorar el aspecto de su vehículo —o molar más—. Pero, si entramos en profundidad en el tema, hay muchos factores que debemos tener en cuenta a la hora de tomar esta decisión. En este artículo os contaremos las repercusiones más importantes relacionadas con las alteraciones del tamaño de las ruedas, para que podáis contar con todos los datos relevantes si estáis pensando en llevar a cabo esta modificación.
El diámetro es lo que importa
Como tantas veces se ha escrito, las ruedas son elementos importantísimos en nuestro automóvil. Además de elegir un neumático adecuado, en cuanto a sus características de construcción y compuesto, y en relación con el uso y el tipo de vehículo concreto, también es importante prestar atención a las llantas. Sobre todo porque estas condicionan también qué tipo de goma podremos montar.
Evidentemente, cualquier modificación llevada a cabo en las dimensiones de las llantas de un vehículo tiene efectos sobre diferentes aspectos, aunque, como es obvio, todos se producen de manera gradual, y cambios muy pequeños generarán consecuencias apenas perceptibles. En este sentido, debemos hacer referencia, en primer lugar, a las limitaciones normativas. En nuestro país, la norma básica a tales efectos es el Real Decreto 866/2010, de 2 de julio, por el que se regula la tramitación de las reformas de vehículos. Es en el desarrollo de esta norma, constituido por el Manual de Reformas de Vehículos, donde encontramos el 3 % como diferencia máxima de diámetro efectivo de la rueda para que la modificación no sea considerada reforma.
Por tanto, si no queremos pasar por un proceso de homologación, nuestras llantas y neumáticos deben mantenerse en ese margen, y las medidas que constan en la ficha técnica del vehículo nos sirven de referencia. En estos casos, además de resultar inocua la modificación a efectos de ITV y eventuales malos tragos con los de verde, se limita la magnitud de las consecuencias sobre el comportamiento del coche o nuestra cartera, aunque estas no serán inexistentes, como veremos a continuación.
A la hora de alterar las medidas de las ruedas de nuestro vehículo, existe un 3 % de margen respecto de las medidas originales, que vuelve innecesario realizar cualquier trámite administrativo
El diámetro efectivo de la rueda, queremos decir
Si ahondamos en este sentido, el de reducir todas las problemáticas asociadas con incrementar el tamaño de las llantas instaladas en un automóvil, será interesante mantenerse en lo que se denominan medidas equivalentes. Se trata de conservar constante, en lo posible, el diámetro total de la rueda, independientemente del tamaño de la llanta. Por tanto, si la llanta incrementa su diámetro en determinada magnitud, habrá de reducirse proporcionalmente el perfil del neumático. Estas equivalencias son las que encontraremos en la documentación de nuestro vehículo, en la que podremos comprobar que la segunda cifra que figura en las medidas de cada neumático —es un porcentaje, referente a la proporción que representa la pared lateral en relación con el ancho de sección— se va reduciendo a medida que se incrementan las pulgadas de la llanta.
No es un asunto baladí este de no apartarse de las medidas de origen, puesto que estas tienen efectos sobre el desarrollo final de nuestro vehículo. Podemos entender las ruedas como el último engranaje de la transmisión, y al aumentar o disminuir su medida modificará la relación de cambio final. Una de las consecuencias más importantes de alterar en exceso del diámetro original de las ruedas motrices de un automóvil reside en que cuentakilómetros y velocímetro darán lecturas erróneas, puesto que la información que nos aportan depende de la velocidad lineal de la rueda, calculada en función de su radio. Además, sistemas como los controles de tracción pueden verse afectados por modificaciones que superen determinado margen. Imaginemos que alteramos el tamaño original de las llantas de un solo eje de forma que se altera el diámetro efectivo de sus ruedas y, por tanto, modificamos uno de los parámetros con los que opera la centralita electrónica para regular el funcionamiento de dicho sistema. Este, que generalmente entra en acción cuanto se detecta una diferencia de velocidades entre ejes superior al umbral programado como seguro, requerirá de una oportuna reprogramación para preservar su correcto funcionamiento. Otros sistemas son menos sensibles a estos cambios, como por ejemplo el de antibloqueo de los frenos —ABS—, que en principio no tendría que verse afectado por este tipo de modificaciones.
Economía de la llanta
Como casi todo, la elección de un tamaño u otro de rueda también es un asunto de dinero. Resulta a primera vista obvio que una llanta de mayor tamaño exigirá un desembolso mayor por nuestra parte inicialmente, quizá más moderado en caso de vehículos nuevos, donde los paquetes de equipamiento pueden llegar a abaratar el coste individual de unas llantas de mayor tamaño. En caso de acudir posteriormente al mercado de accesorios para realizar la modificación por nuestra cuenta, todo dependerá de en qué tipo de llanta estemos interesados, pero es también evidente que, a igualdad de diseño y técnica de fabricación, una llanta mayor también exigirá pagar más dinero por ella.
Y no terminan ahí los daños que provoca a nuestra cartera el querer molar con una llanta mayor. Unos neumáticos de bajo perfil —que preservarán el diámetro original de las ruedas, como hemos visto— también son más caros que sus equivalentes de paredes de mayores dimensiones, por lo que cada vez que debamos montar nuevas gomas tendremos que afrontar este sobrecoste. Por otro lado, las llantas de mayor diámetro suelen estar relacionadas con vehículos deportivos, ya sea por verdadero carácter o simple apariencia, y esto implica que con cada pulgada de diámetro que se incremente en la llanta, irán desapareciendo las alternativas más accesibles.
Incrementar el tamaño de las llantas y mantener el diámetro de rueda constante lleva aparejado un incremento del precio de los neumáticos
Además, por norma general, las llantas de mayor diámetro poseen gargantas también mayores y acomodan neumáticos de mayor ancho de sección, aunque en tiempos recientes, y de la mano de automóviles eléctricos o productos centrados en ser más eficientes en términos de consumo de combustible, hemos visto modelos que han optado por llantas de gran diámetro con neumáticos relativamente estrechos, como el BMW i3 o el Renault Scénic de cuarta y última generación.
Con neumáticos más anchos, el agarre sobre asfalto seco se incrementa —sobre mojado, aumenta, sin embargo, el riesgo de aquaplaning y disminuye el agarre en general—, y parece que ya vamos a entrar en el aspecto del rendimiento y los beneficios, pero todavía no. Porque la pasta importa mucho, y la superficie de contacto con el suelo influye también en términos de dinero por otro lado, puesto que se incrementará el consumo de nuestro vehículo, como se apuntaba tangencialmente en el párrafo anterior. Y, claro, eso se notará diariamente en el dato de consumo instantáneo de la instrumentación, en el surtidor cada vez que vayamos a repostar y, especialmente, en el momento en el que matriculemos nuestro vehículo nuevo —o importado, o cualquiera que sea la causa—. Como quizás ya sepáis, el importe que se ha de pagar en concepto de impuesto de matriculación se calcula como un porcentaje del valor del automóvil, y su magnitud depende de las emisiones de CO2 por kilómetro que consten en su homologación. A mayor consumo, mayores serán las emisiones, y un mayor ancho de neumáticos —la entrada en vigor del ciclo WLTP en 2021 obligó a los fabricantes a homologar cada versión con su equipamiento real—, derivado de las ganas de llevar una llanta mayor, podría provocar un considerable incremento del precio de adquisición del vehículo, solo en impuestos.
Las llantas al volante
Algo bueno tendrá incrementar el diámetro de las llantas del coche, ¿no es así? Ya sea a efectos de rendimiento, comportamiento, sensaciones de conducción, cuidado de la mecánica o confort, porque si no, ¿va la industria contra toda lógica siguiendo esta tendencia? ¿De verdad importa tanto el molar?
Por ahora, más allá de lo relativo a la vanidad, no hemos mencionado ningún efecto positivo. Aún quedan párrafos para ello, puesto que no podemos pasar por alto que el mayor peso derivado de un mayor diámetro de llanta —potenciado si esta es de mayor garganta y con goma más ancha— incrementará la masa del vehículo. Se incrementará el consumo, también porque se aumentan las inercias y, por tanto, la exigencia sobre el propulsor para hacer girar las ruedas y posibilitar el desplazamiento del vehículo. Como además se trata de un aumento localizado en la masa no suspendida del automóvil, influirá negativamente sobre el comportamiento, y elevará el ritmo de desgaste de los elementos de la suspensión, por lo que su durabilidad se verá reducida.
Ha sido un artículo de contenido solamente teórico, debido a que nuestros medios nos han impedido, por ahora, llevar a cabo una prueba en condiciones reales para valorar los verdaderos efectos anotados en las líneas anteriores. Sin embargo, CarAndDriver, en su edición norteamericana, sí que realizó diferentes pruebas con un Volkswagen Golf de sexta generación, allá por 2010. Además de corroborar el incremento de consumo derivado de los mayores neumáticos que acompañan a llantas de mayor diámetro, los resultados publicados por la famosa revista se adentraron también en las consecuencias sobre el comportamiento del compacto alemán con unas y otras opciones de ruedas.
Una prueba realizada por CarAndDriver hace algunos años demostró que el aumento de tamaño de las ruedas incrementa el consumo del vehículo y disminuye su capacidad de aceleración
Así pues, en términos de prestaciones, y en virtud de algunas de las razones apuntadas con anterioridad, unas llantas de mayor diámetro tienen consecuencias sobre la aceleración y la velocidad punta de un vehículo, a igualdad del resto de parámetros. Si aumenta el diámetro de nuestra llanta, el mayor peso provocará una menor aceleración, también consecuencia del cambio en el desarrollo final de la transmisión. Los datos de CarAndDriver fueron consecuentes con este razonamiento, y observaron diferencias de hasta un 4 % en este aspecto con una modificación de tan solo una pulgada —entre 18 y 19 pulgadas, con diámetro de rueda constante—. La velocidad punta, en caso de aumentar el tamaño de las ruedas, aumentará, razón por la cual las llantas de mayor diámetro suelen estar asociadas a automóviles de alto rendimiento, en los que el aumento de peso no resulta tan perjudicial a efectos de capacidad de aceleración, y ofrecer un buen dato de velocidad máxima resulta muy interesante para cualquier fabricante.
Como también es importante una distancia de frenada menor. Aquí, como sucede con todas las cuestiones abordadas en este artículo, debemos tener en cuenta numerosos factores. En principio, el aumento de peso total incidiría negativamente sobre la capacidad de los frenos para detener el vehículo, pero si contamos con unos neumáticos más anchos, al aumentar la superficie de contacto, obtendremos un beneficio también. Por otro lado, una llanta mayor permitirá, en principio, que se evacúe de mejor manera el calor generado en los discos de freno. Es, de nuevo, un tema complejo y, en todo caso, ligeras diferencias en aceleración, velocidad punta o frenada quedan fuera del interés del conductor medio.
El conductor medio, cuando se sienta frente al volante para afrontar un desplazamiento medio, del punto A al punto B, está más interesado en otras cosas, como puede ser la comodidad. Ya a efectos de comportamiento, salta a la vista que una consecuencia directa de un aumento de dimensiones de la llanta, acompañado de una reducción de la pared lateral del neumático, será un filtrado menor de las imperfecciones del asfalto, lo cual provocará que el confort de marcha se vea perjudicado. Del mismo modo, la sonoridad será mayor, también afectado por la mayor anchura de las ruedas, como también lo será el riesgo de sufrir un pinchazo, un reventón o de que nuestras llantas se doblen, todo ello derivado del menor colchón de aire entre la llanta y el terreno, por así decir. Por esta razón, los vehículos todoterreno nunca instalarán neumáticos de bajo perfil.
Además de molar más, llantas mayores y menor perfil de neumático están asociados con un mejor paso por curva y mayor estabilidad, aunque el perjuicio sobre el confort de marcha y la capacidad de la suspensión para filtrar las imperfecciones del terreno será ostensible
Ahora bien, el conductor medio, que está por ver si existe realmente, no se corresponde, en realidad, con el lector medio de espíritu RACER. Este último está interesado en saber también si este juego de medidas de llantas puede ser útil a la hora de exprimir en todo lo posible las sensaciones obtenidas desde el asiento del conductor —¿me equivoco?—. Pues bien, una de las consecuencias directas a efectos de comportamiento, y específicamente en curva, del aumento de diámetro de llanta y reducción del perfil del neumático consiste en que este sufrirá una menor deformación lateral en cada apoyo. El eje delantero se volverá más agudo, y las reacciones en general serán más directas en los cambios de dirección.
En este sentido, el Volkswagen Golf utilizado por CarAndDriver en la mencionada prueba se mostraba más tendente al subviraje cuando las llantas reducían su tamaño y los neumáticos aumentaban su perfil. Consecuentemente, con esta opción de neumáticos de mayor pared, su comportamiento era más progresivo y sus reacciones, más nobles en general. Sin embargo, la prueba de CarAndDriver también dio lugar a un hallazgo interesante en este sentido. Contrariamente a lo que se pudiera pensar, el incremento de agarre lateral proporcionado por mayor ancho de sección de los neumáticos tenía un límite. En el caso concreto de esta prueba, los neumáticos de medida 235/35/R19 soportaban 0,1 G menos de fuerza lateral que los de medida 225/40/R18.
La razón para ello, según el fabricante de los neumáticos empleados en la prueba, hay que buscarla en un mayor balanceo de la carrocería derivado del incremento de agarre en el neumático del lado exterior en la curva, que produciría una descarga de la rueda interior suficiente como para provocar el deslizamiento. Esto demuestra que las consecuencias de modificar el tamaño de las llantas de nuestro coche no son en absoluto sencillas de valorar. Hay demasiados factores que están interrelacionados y solo una cosa está clara desde el inicio: vas a molar más. Ahora bien, si ese es tu objetivo, prepara la cartera.
David García
No conozco sensación mejor que la de un volante en las manos. Disfruto también con ellas sobre el teclado, escribiendo ahora para vosotros algo parecido a aquello que yo buscaba en los quioscos cuando era un guaje.COMENTARIOS