Es momento de rendir tributo a uno que supo competir con exponentes alemanes de la talla del Mercedes-Benz Clase S, el BMW Serie 7 y el Audi A8. Una berlina de lujo a la que tanto en Europa como en Estados Unidos conocemos como Lexus LS –siglas que dan cuenta de su condición de Luxury Car–, pero que en Japón se ofreció como Toyota Celsior.
La primera generación del Lexus LS fue, de hecho, la carta de presentación de la firma de vehículos de lujo. El coche que introdujo a la marca al mercado a finales de los años ochenta. Pero esta entrega va dirigida a aquel sedán comercializado bajo ese ovalado logotipo universal y específicamente a la segunda generación, la fabricada durante el último lustro del siglo pasado.
Podría afirmarse que el Toyota Celsior de segunda generación, cuya producción en serie ubicamos entre 1994 y el 2000, continuó el concepto de diseño general de su antecesor, el Celsior lanzado en 1989. Sin embargo, también es cierto que en 1997 se relanzó con un restyling en el que destacó un sutil rediseño observado entre los faros y la parrilla delantera: a partir de ese año, las luces pasaron a lucir algo más distantes que la parrilla.
También es verdad que en la zaga sí hubo un notable cambio entre generación y generación. A diferencia de la primera, en la que los pilotos abarcaban gran parte de la superficie –ocupando todo el ancho y apenas dejando espacio para la matrícula–, en la segunda estos pilotos redujeron su tamaño, pasando a replegarse más a los extremos y alejándose de la hendidura central y el emblema de Toyota. Sobre la base de ese diseño, esta segunda etapa incorporó entonces más refinamiento, además de modificaciones evidenciadas en el interior y en la mecánica.
Lexus era una marca pensada para Estados Unidos, por eso, el LS400 en Japón era un Toyota pero con todas las características de Lexus
Con una longitud de cinco metros –4.996 milímetros– y una anchura de 1,83 metros –1.829 milímetros exactos–, lo más importante en cuanto a las dimensiones radicaba en la altura y en la batalla. Desde el suelo hasta lo más alto de su techo, el Toyota Celsior ofrecía dos medidas: una era de 1,41 metros y la otra era de 1,43 metros.
En la distancia entre ejes se revelaba uno de los cambios principales, ya que al aumentar tres centímetros y medio –de los 2.815 milímetros de la primera generación a los 2.850 obtenidos a partir de 1994, la beneficiada era la fila de asientos trasera, que ganaba así más espacio y confort para los pasajeros. La cabina estaba evolucionada en todo sentido. Ese confort se expresaba en el espacio, pero también en la calidad de materiales y de equipamiento.
Decía que en su tren motriz esta segunda generación también recibió la necesaria actualización, que se basó en un incremento de la potencia del V8 –recibió un aumento de cinco caballos para pasar a generar 265 máximos durante la primera parte, antes del lavado de cara–, pero que no se limitó a eso. En una berlina de lujo, los cambios mecánicos deben apuntar a mejoras de rendimiento, pero no pueden pensarse por fuera del intrínseco valor del confort. Toyota prestó atención a la premisa y utilizó para esta etapa unos pistones y unos cigüeñales más ligeros con el objetivo de atenuar las vibraciones y el ruido del motor, silenciando de esa manera el interior.
El Toyota Celsior es un coche que hoy bien podríamos considerar de colección, dado su destino limitado. Las calles de Japón fueron su hogar, pues los Lexus LS se fabricaban únicamente para la exportación. Al respecto, la llegada de la cuarta generación del LS a mediados de los 2000 marcó para el Celsior el punto final.
Mauro Blanco
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