Éramos muchos los que veíamos la prohibición de motores de combustión muy cercana en el tiempo. Puede parecer que 2035 está muy lejos, pero en realidad, para la industria del automóvil es pasado mañana y por si fuera poco, para todo lo que concierne a la infraestructura y servicios asociados al coche eléctrico es igualmente complicado cumplir con las exigencias. Sobre todo este último apartado, el de la infraestructura, porque los fabricantes han demostrado, como siempre ocurre, que son capaces de adaptarse a casi cualquier cosa y desarrollar tecnología de la nada en muy poco tiempo, aunque el resultado de dicha capacidad sea un aumento de los precios y mayor dificultad para los usuarios acceder a un vehículo.

Teóricamente, la normativa se revisará en 2026 para comprobar que todo marcha como debe de marchar y en caso de ser necesario, realizar adaptaciones o correcciones en la normativa. El objetivo es reducir drásticamente la contaminación, pero sin perjuicio de los usuarios ni de las compañías, que no solo son empresas que tienen sus derechos, también generan miles de millones de euros tanto directa como indirectamente, con lo que ello supone para ingresos en cada país a través de impuestos y para los puestos de trabajo relacionados con la industria.

No obstante, tampoco éramos pocos los que pensábamos que, tal y como están las cosas, prohibir los motores contaminantes –léase, propulsores alimentados por combustibles fósiles– podría ser un serio agravio y un error importante para las marcas, que no venderán los coches necesarios para ser rentables y peligrarán una enorme cantidad de puestos de trabajo. Incluso algunos fabricantes alzaron la voz de alarma sobre el asunto, mientras nadie les hacía caso.

Ahora, el gobierno de Reino Unido ha decidido retrasar cinco años la prohibición, hasta 2035, dentro de una serie de retrasos en las “políticas verdes” que Rishi Sunat, el primer ministro de Reino Unido, ha anunciado, aunque reitera que el objetivo de las cero emisiones de carbono para 2050 sigue sobre la mesa y eso no cambiará. De hecho, querer instaurar las cero emisiones en 2050 parece un objetivo más lógico y realizable, pues deja tiempo más que de sobra para el estudio, el desarrollo y la producción de vehículos no contaminantes a un precio que sea accesible para la mayoría de los usuarios, al tiempo que da tiempo a que la infraestructura necesaria se amplíe, se mejore y sobre todo, y esto es importante, se estandarice –al menos en España, donde cada cargador requiere una aplicación o un registro específico–.

El anuncio se realizó el día 20 de septiembre debido a una serie de filtraciones, aunque estaba programado para realizarse durante un discurso que se llevaría a cabo el día 22 de septiembre. Sunak afirmó que “estamos trabajando duro para hacer del Reino Unido un líder mundial en vehículos eléctricos” y añadió que “ya hemos atraído miles de millones de nuevas inversiones”. También completó su anuncio al afirmar que “espero que para 2030 la gran mayoría de los coches vendidos sean eléctricos, porque los costes se están reduciendo, la autonomía está mejorando y la infraestructura de carga está creciendo. También creo que, al menos por ahora, deberíais ser vosotros los que elijan esa opción y no que te obligue el gobierno. Debido a que el costo inicial es algo, tenemos mucho camino por recorrer para implementar la infraestructura de carga. Así que, para darnos más tiempo para prepararnos, vamos a facilitar la transición a los vehículos eléctricos. Aún podrás comprar un vehículo con motor de combustión hasta 2035”.

Reino Unido había programado la prohibición de motores de combustión nuevos para 2030, cinco años antes que en la Unión Europea, y parece ser que se han dado cuenta de que será imposible lograr su objetivo. De hecho, estamos seguros de que para 2035 tampoco se podrá lograr y habrá que revisar toda la normativa en 2026, y eso que las ventas de coches eléctricos han aumentado durante los últimos años y cada día es más común verlos circular por las calles. No obstante, esas ventas, como suele ocurrir en ocasiones, se reduce, en su mayoría, a empresas y coches para flotas, que son quienes se ven más beneficiados por el uso de estos coches y además, tienen posibilidad de tener cargadores en sus instalaciones, un factor fundamental y casi vital para que la tecnología eléctrica se establezca por fin como una opción real frente al coche tradicional.