El Renault Mégane 2.0T pasó casi sin dejar mucha huella por el mercado. No fue por falta de prestaciones, ni tampoco por falta de carácter, era la época de los diésel y todo lo que fuera gasolina quedaba un poco relegado. Solo pensar que incluso en las variantes de Renault Sport, hizo falta poner en circulación un Renault Mégane RS dCi…
La segunda generación del Renault Mégane fue un éxito de ventas, aunque no estuvo exento de críticas por su diseño o por algunos detalles como la posición de conducción. Es más, posiblemente, uno de sus argumentos de ventas más fuerte fuera, precisamente, su diseño, cargado de personalidad y absolutamente diferente a lo que había en aquel momento.
Comparado con la primera entrega, realmente clásica en sus formas –aunque con una carrocería coupé bastante atractiva–, el Mégane II se podía considerar hasta futurista en sus formas. Pero eso era solo una parte, pues, en general, era un automóvil que cumplía más que bien con las necesidades de los usuarios, sobre todo el Mégane 1.5 dCi de 100 CV, una de las variantes más vendidas.
Tenía un motor potente, pero la puesta a punto no acompañaba y ofrecía un comportamiento poco deportivo
Sin embargo, Renault siempre ha destacado por ofrecer versiones con más chispa, opciones con prestaciones interesantes, como el Mégane 2.0T. A simple vista no lo parecía, pero se situaba justamente por debajo del Mégane RS dCi en lo referente a potencia, aunque si hablamos del comportamiento, entonces, la cosas cambiaba bastante porque, según parece, contaba con unas suspensiones relativamente flexibles, que si bien, ofrecían un elevado confort y una dinámica de conducción agradable, perjudicaban el comportamiento deportivo.
El motor era un dos litros turbo –1.998 centímetros cúbicos, culata multiválvulas y dos árboles de levas–, que rendía 165 CV a 5.000 revoluciones y 31,3 mkg a 2.910 revoluciones –según mediciones de la revista Coche actual–. Eran 10 CV menos que el RS dCi, aunque no podía igualar el carácter de la versión Renault Sport y se conformaba con algo más de sutileza y cifras como un 0 a 100 km/h en 7,9 segundos, un 0 a 1.000 metros en 28,7 segundos y un 80 a 120 km/h en sexta en 11,5 segundos –una sexta, por cierto, de 42,5 km/h a 1.000 revoluciones–. La revista Coche actual solo tenía halagos para este motor…
Por precio, y visto con ojos de usuario moderno, era interesantísimo. El Renault Mégane II 2.0T costaba 20.435 euros, una tarifa que sube hasta los 29.100 euros si le añadimos la subida del IPC desde 2006. No obstante, su bajo precio se debía a ciertas cosas, como la falta del control de estabilidad de serie y a un nivel de acabado que, según las publicaciones de la época, era mejorable. No tenía mal aspecto, pero había cosas que se quedaba claramente por detrás de sus principales rivales, como el Opel Astra 2.0 Turbo, que le superaba en algunos apartados.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Hay que ser sub****** …o francés para diseñar un coche tan feo!
Bertoldi, que casualidad, que es el mismo comentario, palabra por palabra, que el que se publicó a nombre de Mariano en el artículo del Renault Vel Satis 2.0 dCi – https://espirituracer.com/cochedeldia/coche-del-dia-renault-vel-satis-2-0-dci/#comentarios –. Esta vez se ha editado el comentario, la próxima vez se borrará.