Industria Automovilística Toscana (iato) fue una empresa fundada en Italia en 1985 fruto del sueño de un amante de los todoterreno, pero que se llevó a la realidad gracias a la ayuda de un consorcio de empresas y de la inversión de fondos públicos. Con este vehículo no sólo se tenía pensado abastecer al mercado civil, sino que también se vio la oportunidad de proveer a los distintos estamentos estatales, que a partir de 1987 Fiat dejaba de suministrar su Campagnola por cese de producción.
Con un diseño parecido a los Mitsubishi Pajero de 1ª generación, vería la luz en el Salón de Turín del Todo Terreno de 1988, el primer producto de esta empresa italiana. Caracterizada por su falta de personalidad, su estética se vería influenciada por la instalación de componentes de otros vehículos (faros delanteros de VW Golf y traseros de Citroën C15) en una carrocería realizada completamente en fibra de vidrio, que incluía refuerzos estructurales de acero y un tratamiento ignífugo. Proveniente de Bulgaria, este componente poseía ciertas ventajas frente a las de chapa, como su ligereza, su resistencia a los golpes, su económica reparación o incluso la nula presencia de corrosión. A pesar de su mejorable diseño estético y a sus virtudes, fue una de las causas del cierre de la empresa, al no cumplir con las especificaciones necesarias como para poder ser montada en vehículos destinados a la comercialización.
Bajo la carrocería se encontraba un chasis de largueros y travesaños reacondicionado, proveniente del Iveco Daily, al cual se fijaban los dos ejes rígidos mediante ballestas semielípticas y cuyas suspensiones se verían complementadas por amortiguadores hidráulicos y una barra estabilizadora instalada solamente en el eje delantero. Los frenos contaban con discos montados en el tren anterior combinados con tambores en el posterior. A diferencia de otros 4×4 de su categoría y época, la caja transfer no iba acoplada directamente a la caja de cambios, sino que se conectaba a esta última mediante un árbol de transmisión (mismo esquema que el Suzuki SJ410/413), produciendo cierta rumorosidad apreciable en el interior. Tampoco contaba con liberadores automáticos en las ruedas delanteras.
Aunque en su país de origen se comercializaba con motores de 4 cilindros de origen Fiat, dos de gasolina y uno de gasóleo, a España solamente llegó la última de ellas, empezando a comercializarse en 1992. Entre las primeras opciones se encontraban un motor de 1,6 litros con 100 CV de potencia, alimentado por inyección electrónica y un 2,0 litros alimentado por un carburador de doble cuerpo y dotado de un sistema de admisión variable denominado CHT, que aunque incrementaba el par en un amplio rango de revoluciones, de él solamente se extraían 90 CV.
La insulsa carrocería escondía el chasis de un Iveco Daily y sus prestaciones off road eran bastante buenas
El motor turbodiésel de 1.929 cc derivaba del montado en el Fiat Croma y estaba alimentado por un sistema de inyección directa, llegando a producir 86 CV a 4.100 rpm con un par máximo de 190 Nm a 2.400 rpm. Aunque montaba también intercooler solamente cedía 6 CV con respecto a la unidad montada en la berlina, manteniendo una suavidad de funcionamiento que se tornaba en intensa cuando el motor alcanzaba las 2.600 rpm. Su caja de cambios de 5 velocidades contaba con unas relaciones bien escalonadas, pero de corto desarrollo, que hacían que la velocidad máxima se quedase en unos 140 km/h y el tiempo empleado en la prueba de aceleración de 0-100 km/h fuese de unos 19 segundos. La mayor virtud de este propulsor no estaba en sus moderadas prestaciones, sino en su aquilatado consumo medio que se quedaba por debajo de los 10 litros, efecto potenciado por su peso en vacío de 1.560 kg.
En el interior de la cabina, capaz de acoger a 4 personas en unos acogedores y mullidos asientos, se dejaba ver la falta de atención en los acabados, típico hecho que se puede ver en un producto en proceso de mejora. Poseía un completo equipamiento entre el que destacaba el climatizador automático proveniente del Alfa Romeo 75 y el sistema check control encargado de avisar sobre un esquema gráfico del vehículo, del funcionamiento de diferentes sistemas. El conductor tenía que soportar una postura de conducción alta y con la espalda recta, más propia de un vehículo comercial que de uno destinado al ocio. Para mitigar este inconveniente, el piloto contaba con un volante regulable que a veces llegaba a entorpecer la visión del completo cuadro de mandos, complementado por un indicador de presión de aceite del motor, un voltímetro y un inclinómetro.
No era muy común, pero este 4×4 montaba una dirección asistida de cremallera que le otorgaba una mayor precisión en carreteras con curvas, zona en donde las oscilaciones de la carrocería se dejaban notar ostensiblemente por culpa de una suspensión que aunque tenía un tarado un poco duro, contaba con un alto índice de flexibilidad para poder adaptarse mejor al 4×4 extremo. Su contenida longitud de poco más de 4 metros, sus ángulos de ataque y salida de 32º y 31º, además del generoso recorrido libre de rueda del eje delantero y del trasero (54 cm y 60 cm) hacían que el iato evolucionase eficazmente en zonas abruptas y si todo esto no era suficiente, su diferencial autoblocante limitaba las perdidas de tracción del eje trasero.
Aunque este 4×4 tenía cierto potencial como para mantenerse un largo tiempo en el mercado, en 1993 la empresa italiana se declaró en quiebra. Por falta de un contrato estatal que no llegaba (los que seguís espíritu Racer os sonará esto), por una negligente gestión, falta de mejora del producto y un precio elevado, solamente saldría de la cadena de ensamblaje unas 182 unidades. Para adquirir un ejemplar, en 1992 se tenía que desembolsar unos nada despreciables 20.000 € que aunque era equiparable a lo que pedían por un Daihatsu Rocky TD o un Toyota Land Cruiser 250 TDI, estos le superaban claramente en calidad. Eso sin tener en cuenta que existían opciones más económicas y más adaptadas al trato duro, que podían llegar a abastecer al estado italiano tras el cambio de legislación en el que se contemplaba que ya no era obligatorio abastecerse de vehículos producidos nacionalmente.


Javier Gutierrez
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